“Justicia”, es lo único que en su dolor exige la madre del niño que falleció al intoxicarse con arsénico
Evelyn Águila – EL INFORMADOR
EL SALTO, JAL.- Indignación, enojo, coraje, impotencia y llanto, fueron las emociones que envolvieron el adiós del pequeño Miguel Ángel López Rocha, quien pagó las consecuencias de un río contaminado: El Santiago. No logró vencer sus venenosas aguas. El arsénico invadió su sangre.
Su partida marcó a los de El Salto, a los de Juanacatlán y a los que a través de los medios de comunicación se enteraron de la deprolable cloaca en la que se encuentran sumergidos cientos de niños, ancianos, hombres y mujeres.
Las respuestas a la contaminación del Río Santiago llegan a cuentagotas. Dispersas. Obras paliativas. No hay un plan integral. Mientras tanto, la familia del niño Miguel Ángel sufre su partida. Fue sepultado.
La carroza partió de la parroquia Madre Admirable en el corazón de El Salto hasta un cementerio a borde de carretera. Flores blancas y amarillas. Los vecinos de la comunidad de
El olor a drenaje dejó de sentirse por un momento para dar paso al miedo y la incertidumbre que podrían ser permanentes.
—¿Qué más quieren que pase para que las autoridades hagan algo?—, cuestionan los lugareños afligidos y temerosos por sus hijos que no tienen un lugar para jugar.
Hasta hace unas semanas era la orilla del Río Santiago el sitio para el juego de los pequeños. Ahora, es el enemigo acérrimo de todos.
Antes de que el cuerpo de Miguel Ángel saliera de la pequeña iglesia, sacerdotes jesuitas se sumaron al reclamo durante la homilía: “Ojalá no esperemos a que se de otra muerte para actuar, se debe luchar por un cambio”.
Ahí, en una capilla en color verde dentro del cementerio estuvo el cuerpo de Miguel Ángel, que falleció a sus ocho años de edad por una intoxicación de arsénico, presuntamente luego de caer al Río Santiago e ingerir sus contaminadas aguas.
Sus amigos, también de ocho años cargaban en sus manos crisantemos blancos, los menean de un lado a otro. Corren, entran y salen de donde todos lloran a Miguel Ángel como si su mente lograra transportarlos a otro lugar.
Como si todo fuera igual que siempre. Otros más, no lograron ocultar la tristeza, esa que se refleja en los ojos como perdidos...ausentes.
Miguel no estuvo solo ni un sólo momento.
No quieren ser reubicados; exigen limpiar el Santiago
Habitantes de
Alicia Landa Pelayo, presidenta de la escuela
Ella, como el resto de los habitantes del fraccionamiento pagan mes tras mes más de dos mil pesos a la inmobiliaria HIR.
“Tenemos que pelear para no reubicarnos y que nos limpien ese río. Yo sigo pagando mi casa, doy 510 semanales a 30 años. Es un salario de lo que mi marido recibe, si yo tuviera dinero, no me quedo ahí, me voy”.
Alicia insiste en que hace tres años, cuando adquirió su casa, nadie le dijo que
viviría cerca del Río Santiago y mucho menos se imaginó que estuviera contaminando al grado de causar la muerte. “Nadie nos dijo. No tenemos ningún parque en donde se entretengan los niños, no hay nada, ni siquiera la iglesia la tenemos ahí, los niños en un santiamén se van al río”.
Actualmente 80% de las casas en
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