viernes, 7 de marzo de 2008

El bosque “necesita gobierno”

La reserva de La Primavera cumplió ayer 28 años desde que fue creada con un decreto de protección. Foto: Iván Garcia


La administración actual, ineficiente, burocrática y deslegitimada. Criticado por otros actores, Mayorga es aprobado por análisis de Define.

Agustín del Castillo - PÚBLICO

Más que cambiar de director ejecutivo, lo que a La Primavera le urge es cambiar su órgano de gobierno, el Comité Técnico para la Administración del Bosque La Primavera (CTABLP). Como opera hasta ahora, es ineficiente y burocrático, no permite la concertación con los actores y carece de la legalidad necesaria para generar gobernabilidad.

Éstas son conclusiones del Diagnóstico del estado actual y gestión para las áreas naturales protegidas de Jalisco, el análisis más serio que se ha realizado para La Primavera en los últimos años (2004), bajo la autoría del despacho Define, coordinado por Rafael González-Franco de la Peza.

“El área natural protegida necesita que se fortalezca su órgano de gobierno como condición de gobernabilidad en un contexto complejo y explosivo, a la vez que se creen las condiciones para que sean menos notorias las funciones de inspección y vigilancia de la dirección ejecutiva y más importantes las de facilitar procesos de aprovechamiento sustentable del área, con estrategias de protección y conservación compartidas y asumidas por todos. Consideramos que es fundamental que la dirección ejecutiva [que preside actualmente Salvador Mayorga Castañeda] se convierta en controladora de vuelo de las acciones que aterricen en el bosque y deje de ser vista sólo como policía”, señala el documento, que aborda también los problemas del Nevado de Colima y la sierra de Quila: todas las mencionadas son áreas federales transferidas al estado en 1995.

¿Qué se tiene ahora? “En ausencia de una dependencia creada ex profeso en la estructura del gobierno de Jalisco para asumir directamente la administración del área protegida, este comité se convierte en la práctica […] en ‘órgano supremo de dirección del bosque’, del que depende la dirección ejecutiva, pero sin que exista un decreto de creación ni instrumento alguno que defina su marco de actuación”.

Aunque “surge y se desarrolla como una experiencia pionera”, el modelo “que se generó para responder a la transferencia del área protegida está pasando por una de sus crisis más severas e incluso sufriendo un agotamiento que demanda cambios de fondo”.

Esto se expresa en la tensa relación entre sus innumerables miembros (una enorme carga de instituciones públicas inconexas y con escaso compromiso con el proyecto de conservación llenan sus sillas), y sobre todo con el director ejecutivo, quien además arrastra una fuerte confrontación con propietarios del bosque.

“El hecho fundamental es que el acto que le dio origen [al comité técnico del bosque] no es suficiente como marco de actuación —por lo que necesita un decreto de creación— y no cuenta con un instrumento que defina con claridad su naturaleza e identidad como cuerpo colegiado y órgano de gobierno”, y que “regule su funcionamiento y establezca reglas a las que se deben ceñir sus integrantes”.

El número de miembros “es demasiado grande como para poder ser funcional, y la diversidad de posiciones, expectativas, intereses y visiones es tan heterogénea que difícilmente se podrán garantizar deliberaciones tendientes a la construcción de consensos o votaciones mayoritarias que no polaricen a las minorías”.

Y además, cada institución se va “por la libre”. Por ejemplo, la Profepa hace sus inspecciones y llega a sus acuerdos con los propietarios; los ayuntamientos realizan sus operativos y emiten sus permisos; la universidad hace sus convenios; la Secretaría de Desarrollo Rural promueve sus proyectos productivos. Pero nadie entera a la dirección ejecutiva ni lleva los hechos a la mesa que es el comité técnico, para probar su pertinencia.

La desconfianza, la ambigüedad y la frustración que esto produce en los actores “operan en sentido contrario a la gobernabilidad y el tejido social que la protección de un área natural, como La Primavera, requiere”.

¿Esta situación ha cambiado desde finales de 2004? Hasta ahora no hay cambios en la composición del modelo de gobierno de la zona.

Y contra una opinión muy extendida entre sus detractores, el director ejecutivo, Salvador Mayorga Castañeda, recibe la aprobación condicionada de los estudiosos del proceso. Hoy, parece que es lo único que se quiere cambiar.

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