Coinciden en que había condiciones para convertir la zona dañada es un espacio armónico de convivencia
Foto: Gregorio Jaime
José Alonso Torres - MURAL
Las autoridades desaprovecharon la oportunidad para que Guadalajara, como el Ave Fénix, renaciera de las cenizas por las explosiones del 22 de Abril de 1992 y se le diera al Sector Reforma una reestructuración en beneficio no sólo de los afectados sino de la población en general.
Expertos en urbanismo del Observatorio Metropolitano de Guadalajara (Omega) y la Universidad de Guadalajara coincidieron en que había condiciones para convertir la zona dañada es un espacio armónico de convivencia, como ha sucedido en otras partes del mundo donde los desastres naturales o los provocados por el hombre fueron el punto de partida para un renacimiento del entorno.
El Barrio de Analco, el lugar donde se originó la tragedia más grande en la historia moderna de Guadalajara, es hoy una zona donde las huellas del desastre permanecen, como esas cicatrices que se niegan a desaparecer aún con maquillaje encima.
Alejandro Mendo Gutiérrez, miembro del Omega Observatorio Metropolitano de Guadalajara y académico del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), estuvo en la zona la fatídica mañana de las explosiones, 16 años después, recorre las calles de Gante y 20 de Noviembre para atestiguar el cambio en la zona.
Aún hay familias habitando el barrio, pero cada vez más surgen nuevos letreros donde se ofrecen a la venta las casas o los locales para negocios. La actividad de una mañana entre semana está repleta de ruidos provenientes de los talleres mecánicos. Por las noches, la soledad se apodera de las banquetas y las esquinas. Los moradores de Analco no quieren salir por temor a los delincuentes.
Para quienes se negaron a dejar el lugar donde vivieron toda su vida, no les quedó de otra más que reconstruir, su patrimonio como Dios les dio a entender, porque el Gobierno sólo repuso los servicios.
"Se dejó pasar una oportunidad valiosa de intencionar un poco la dotación de equipamientos, vimos una escuela, pero no vimos casas de la cultura, no vimos ningún otro edificio de salud, se dejó pasar la oportunidad de dotar de equipamiento barriales que hubiera sido interesante, en los alrededores no hay ni una sola clínica o centro de atención a la salud", manifestó el académico del ITESO.
No es el único que lamenta haber pasado por alto una oportunidad valiosa de rehabilitación de espacios urbanos, Guillermo Sandoval Madrigal, investigador del Departamento de Técnicas y Construcción del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, de la Universidad de Guadalajara, da cuenta del valor perdido en términos comerciales y sociales de la zona.
Como los edificios de la zona, el valor de la tierra en el Sector Reforma también quedó por los suelos debido a las explosiones del 22 de Abril.
"Debió haberse aprovechado, haber pagado el terreno en una forma justa y haberle hecho a la comunidad una infraestructura que le daba realmente valor a todo lo demás, porque si haces una clínica, evidentemente ya pones un centrito comercial y le das valor y vida", comentó.
Actualmente, dijo, se puede encontrar predios donde el terreno se vende a 2 mil 500 pesos el metro cuadrado, cuando su valor podría ser de hasta 8 mil pesos por metro cuadrado.
A pesar de todo, la vida sigue en el barrio, en las calles todavía se notan las líneas de asfalto nuevo en los lugares donde comenzó la reconstrucción.
Las autoridades desaprovecharon la oportunidad para que Guadalajara, como el Ave Fénix, renaciera de las cenizas por las explosiones del 22 de Abril de 1992 y se le diera al Sector Reforma una reestructuración en beneficio no sólo de los afectados sino de la población en general.
Expertos en urbanismo del Observatorio Metropolitano de Guadalajara (Omega) y la Universidad de Guadalajara coincidieron en que había condiciones para convertir la zona dañada es un espacio armónico de convivencia, como ha sucedido en otras partes del mundo donde los desastres naturales o los provocados por el hombre fueron el punto de partida para un renacimiento del entorno.
El Barrio de Analco, el lugar donde se originó la tragedia más grande en la historia moderna de Guadalajara, es hoy una zona donde las huellas del desastre permanecen, como esas cicatrices que se niegan a desaparecer aún con maquillaje encima.
Alejandro Mendo Gutiérrez, miembro del Omega Observatorio Metropolitano de Guadalajara y académico del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), estuvo en la zona la fatídica mañana de las explosiones, 16 años después, recorre las calles de Gante y 20 de Noviembre para atestiguar el cambio en la zona.
Aún hay familias habitando el barrio, pero cada vez más surgen nuevos letreros donde se ofrecen a la venta las casas o los locales para negocios. La actividad de una mañana entre semana está repleta de ruidos provenientes de los talleres mecánicos. Por las noches, la soledad se apodera de las banquetas y las esquinas. Los moradores de Analco no quieren salir por temor a los delincuentes.
Para quienes se negaron a dejar el lugar donde vivieron toda su vida, no les quedó de otra más que reconstruir, su patrimonio como Dios les dio a entender, porque el Gobierno sólo repuso los servicios.
"Se dejó pasar una oportunidad valiosa de intencionar un poco la dotación de equipamientos, vimos una escuela, pero no vimos casas de la cultura, no vimos ningún otro edificio de salud, se dejó pasar la oportunidad de dotar de equipamiento barriales que hubiera sido interesante, en los alrededores no hay ni una sola clínica o centro de atención a la salud", manifestó el académico del ITESO.
No es el único que lamenta haber pasado por alto una oportunidad valiosa de rehabilitación de espacios urbanos, Guillermo Sandoval Madrigal, investigador del Departamento de Técnicas y Construcción del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, de la Universidad de Guadalajara, da cuenta del valor perdido en términos comerciales y sociales de la zona.
Como los edificios de la zona, el valor de la tierra en el Sector Reforma también quedó por los suelos debido a las explosiones del 22 de Abril.
"Debió haberse aprovechado, haber pagado el terreno en una forma justa y haberle hecho a la comunidad una infraestructura que le daba realmente valor a todo lo demás, porque si haces una clínica, evidentemente ya pones un centrito comercial y le das valor y vida", comentó.
Actualmente, dijo, se puede encontrar predios donde el terreno se vende a 2 mil 500 pesos el metro cuadrado, cuando su valor podría ser de hasta 8 mil pesos por metro cuadrado.
A pesar de todo, la vida sigue en el barrio, en las calles todavía se notan las líneas de asfalto nuevo en los lugares donde comenzó la reconstrucción.
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