Cecilia Durán - LA JORNADA JALISCO
Tumbas de tiro, del año 30 después de Cristo han sido presa fácil de saqueos en Atotonilco El Bajo, pueblo ubicado a siete kilómetros de la cabecera municipal de Villa Corona. Figuras de cerámica que fueron colocadas dentro de las tumbas como ofrendas a los muertos son extraídas por gente que conoce sobre los sitios arqueológicos –que en general se encuentran en propiedades privadas– y comercializadas en su mayoría en el mercado negro local. Frente a esta situación, el gobierno municipal poco puede hacer para frenar el despojo.
Este caso refleja una situación reiterada desde hace 40 años en numerosos municipios; “alguien” con los suficientes conocimientos sobre los vestigios comienza a excavar un lugar y parte de los “monos” que sustraen son vendidos en el mismo pueblo. Entonces empieza a correr el rumor, y más personas con las técnicas más rudas, se dan a la tarea de obtener las cerámicas, porque además piensan que contienen oro. Las piezas son vendidas sin criterios a conocidos, aunque es sabido que las de gran tamaño no se quedan en los pueblos.
En 2006, el presidente municipal de Villa Corona, Miguel Reyes, se enteró que un “monte” estaba siendo saqueado porque un amigo le llegó con el cuento de que le habían ofrecido “un mono bien chido” de cerámica que había sido extraído de ese lugar.
Fue personalmente a ver el “monte”. “Cuando llegué vi unos pozos e inmediatamente me puse en contacto con el arquitecto Jaime Torruco, que en ese momento era el delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de Jalisco, quien vino para hacer un recorrido en el sitio. El me comentó que esto era un cementerio prehispánico de aproximadamente el año 30 después de Cristo, es decir, del periodo Preclásico. Me explicó que cada hoyo que veía era una tumba de tiro. Los indígenas las cubrían con una piedra laja, que en el lugar se ven esparcidas”, dijo Reyes.
El misterio: quién es el dueño
Después de recorrer el sitio, Torruco le pidió a Reyes que averiguara quién era el propietario del sitio y una vez que tuviera el dato le ofreciera una permuta por el terreno, ya que es propiedad privada. El presidente municipal “había escuchado” que el dueño era el diputado federal Raúl Alejandro Padilla Orozco.
“Lo fui a ver a la ciudad de México esperanzado en que donara el predio, pero me dijo que no era de él. Investigamos en el padrón de contribuyentes y no aparece su nombre. Vamos a seguir buscando al dueño en el Registro Agrario Nacional.
“El INAH pide que haga una permuta y yo creo que me he tardado en darle seguimiento al asunto, pero me queda claro que el INAH me está mandando a una guerra sin fusil, porque un predio ahí en la ribera debe costar 700 mil pesos el metro cuadrado, y yo voy a tener que comprar varias hectáreas y no tengo el dinero. Además, el INAH me hizo notar sus carencias financieras y de personal, hasta donde entiendo es una institución meramente normativa”.
El primer edil aseguró sentir impotencia frente a la situación porque por un lado no cuenta con los recursos para rescatar el cementerio prehispánico y por otro tampoco puede prohibir el saqueo, por estar ubicado en una propiedad privada.
“No estamos técnicamente preparados para hacer las obras de rescate, no podemos hacerlo con la gente de albañilería y tampoco pagar a antropólogos y arqueólogos. Tengo la voluntad, tengo la preocupación de recuperar el lugar”, dijo.
Agregó que el año pasado durante 15 días hubo policías de forma permanente cuando fue el momento más álgido de saqueo, pero en este momento no puede tener personal en el sitio. “En cada uno de los rondines se bajan y revisan que los pozos no hayan sido removidos, pero nada más”.
Máquinas especializadas y expertos, liados en el despojo
Según Reyes, las tumbas de tiro no son el único lugar de Villa Corona que es víctima del saqueo. Contó que “en alguna ocasión andado por unos predios rumbo a Cocula, me dijo el delegado de la comunidad que en una parcela en donde la tierra se veía movida, habían excavado unas personas. Me contó que iba una mujer y traían una máquina D6 que era para sacar “monos”. Me dijo que metieron la máquina y sacaron figuras bastante grandes, y que después nunca volvieron. Por lo que supe son de Bella Vista y la mujer era una arqueóloga que tenía información sobre dónde excavar.
“Sabemos que la ribera de estos municipios la han saqueado por más de 40 años. Se dice que cuando se sacó el mamut del Museo Regional de Guadalajara, en realidad fueron dos, uno fue a parar en manos de particulares y el otro en el museo. Por décadas se ha estado sacando. En Navajas hay gente que se dedica a eso, ya tienen la técnica, y con la ganancia de la venta de las figuras sé que viven muy bien.
“Creemos que el mercado es doméstico, pero meten máquinas grandes, que cobran la hora mil 500 pesos de renta. Por lo tanto, es obvio que es una industria. Ultimamente sé que están comercializando huesos de mamut, pero todo es basado en rumores. Algunos han vendidos fémures, molares, frontales, pero cuando te metes a investigar, nadie sabe nada”, finalizó.
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