Norberto Álvarez Romo
Mientras en la comarca tapatía recordamos otro año cumplido desde las atroces explosiones de nuestra cañería, en el resto del mundo este 22 de abril es motivo para celebrar aquello que es común a todos sus habitantes. Precisamente, es el día de nuestro planeta, la Tierra.
Curiosamente, aquello que es lo más común a todos los terrícolas, es precisamente lo menos común en todo el universo magnánimo. Lo mas raro del universo es encontrar un planeta que presenta vida así como nosotros la conocemos. Un planeta que mantiene, en una delgada capa esférica que la envuelve como piel, a todo aquello que llamamos seres vivos, incluyendo los ecosistemas que sostienen sus existencias. El grosor de la biosfera mide apenas el 1% del diámetro de la Tierra. Nuestra casa común, es lo menos común, del planeta menos común.
Ante lo largo de nuestra sinuosa evolución, los seres humanos llegamos ahora a una etapa en que, gracias a la rápida prosperidad de la ciencia y la tecnología, hemos adquirido el poder de transformar cuanto nos rodea, de innumerables maneras y a una escala sin precedentes. Sin embargo, hoy es un sentimiento muy compartido que la calidad de nuestras vidas está siendo desmejorada cada día debido a la destrucción constante de nuestro entorno natural.
Ya desde la década de los 60’s, muchas personas por todo el mundo han cargado con esta intranquilidad de espíritu. Debido a los ambiciosos años de acelerado crecimiento industrial y urbano que ocurrieron posteriores a la segunda guerra mundial, las afectaciones negativas al medio ambiente fueron tan graves que, en 1970, surgió una promulgación ciudadana por un medio ambiente sano que germinó en una celebración general entre una gran cantidad de la población civil de los Estados Unidos de América y que tuvo como resultado establecer el 22 de abril como día de la Tierra. Todos los años se reitera esta dedicación, cuya causa se ha extendido ya a muchos pueblos. El día de la Tierra, desde su origen, surgió como un festejo compartido, propio de la sociedad civil mundial.
Esta inquietud ciudadana por un entorno saludable rápidamente tomó importancia y se elevó hasta los altos niveles de los gobiernos mundiales. Por su parte, dos años después en 1972 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó al 5 de junio como el “Día Mundial del Medio Ambiente”, con miras a hacer más profunda la conciencia universal de la necesidad de proteger y mejorar el medio ambiente con políticas públicas oficiales. Ese día, conmemorado cada año con un eslogan rector oficial, es quizás el principal medio por el cual la ONU fomenta una alerta mundial sobre el medio ambiente, buscando promover la atención y la acción gubernamentales.
Sin embargo, el rostro humano de los temas ambientales, enfatizando el poder de la gente para que asumamos el papel de agentes activos en nuestro propio desarrollo sustentable y equitativo, es propio del día de la Tierra. Este día se reconoce que las comunidades humanas podemos cambiar nuestras actitudes acerca de los temas ambientales. Este día, que no es oficial, es cuando la sociedad civil mundial se demanda a sí misma y a sus gobiernos que nos cercioremos un futuro más sano y seguro para nosotros y nuestros descendientes.
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