domingo, 11 de mayo de 2008
Los encantos del a ciclovía en CHapala
Un pequeño playón del lago de Chapala sirvió para que los bicicleteros se tomaran un respiro. Foto: Tonatiuh Figueroa
Patricia Martínez - PÚBLICO
Uno no creería que la diversión de un domingo suceda al filo de una carretera. Más bien pensaría que algo se le ocurrirá después de superar la modorra o la noche de desvelo. Tal vez decida una comida familiar. Quizá prefiera ir al cine o dar vueltas por los pasillos de un centro comercial. ¿Qué tendrían 25 kilómetros asfaltados, además de conectar de un pueblo a otro? Un carril exclusivo para andar en bicicleta. Para llegar de Chapala a Jocotepec y al revés; o de ida y vuelta.
La escena de este recorrido comenzó al salir de la ciudad rumbo a la ribera. Los domingos por la mañana uno se va topando con grupos de ciclistas profesionales, perfectamente enfilados y sin separarse, como las bandadas en el cielo. El camino a Chapala es ruta de profesionales del ciclismo y la ciclovía es hasta para el menos experimentado. No se necesita ser un bicicletero con condición de atleta. Es un recorrido que cualquiera que no se haya desvelado una noche antes ni esté enfermo de gripe o catarro, supera.
Antes de entrar al pueblo, un aviso anuncia el desvío a Ajijic, tome la ruta y adelante encontrará el señalamiento que avisa una vía ciclista. El ingreso por donde encuentre un hueco en el alto machuelo. La mañana de ese domingo un grupo de ciclistas urbanos comenzaron a pedalear antes del sol de mediodía: “A veces pedalear en la ciudad también tiene su dosis extrema, pero salir a terrenos menos poblados tiene otro encanto. Por aquí uno no sabe lo que encontrará de frente”, dice uno que la pedalea por primera vez.
En 25 kilómetros uno nunca ve terreno desolado. Por un lado, en tramos, el paisaje se abre a la laguna; del otro, un cerro en partes conquistado por fraccionamientos de extranjeros jubilados mientras aparecen brechas que conducen a algún lugar. Va de pueblo en pueblo, del empedrado Ajijic a los balnearios de San Juan Cosalá, de ahí a las nieves de Jocotepec; partes llanas, otras de cuestas que antes de decir “me rindo” comienzan a bajar. Luego un cerro rebanado parece que cortará el paso, pero si lo sube tendrá una de las mejores vistas. Antes de llegar a Jocotepec una veintena de ciclistas se encontraron en la sombra de un fresno. Luego siguieron por una ruta improvisada, toparon en un playón del lago 25 kilómetros después de pedalear al lado de la ribera.
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