martes, 25 de marzo de 2008

Jalisco, eslabón esencial para conservar los ancestros genéticos del maíz

Manantlán y la costa sur, región

poblada de teocintles primitivos

 

Jalisco cuenta con la presencia más variada de parientes del grano en todo el terrirorio nacional
 
PÚBLICO. Agustín del Castillo

 

La declaratoria pendiente desde hace dos años para establecer a la sierra de Manantlán y su región de influencia como "zona libre de transgénicos" no es gratuita: esta zona de Jalisco alberga dos especies exclusivas a nivel mundial de teocintles perennes y una especie de teocintle anual distribuida por buena parte del Pacífico mexicano; todos son parientes silvestres del maíz.

Para los moradores de estas regiones rurales, se trata simplemente de "milpillas", y han coexistido con ellas de forma natural y no siempre armónica, sobre todo a raíz de la ampliación de la ganadería extensiva y de la incorporación de los monocultivos comerciales.

Lo cierto es que se trata de verdaderos tesoros silvestres, pues por citar un aspecto, la investigación arroja que albergan genes que pueden ser resistentes a ciertas plagas y eso mejora las perspectivas del maíz moderno con su eventual hibridación.

Y en el mundo, uno de los negocios ilegales más incomprendidos, y no por ello menos multimillonario, es el de la biopiratería. Por eso se especuló que Monsanto, la transnacional estadounidense de granos, habría "robado" ese reservorio de genes de Manantlán con apoyo de investigadores de la Universidad de Guadalajara, acusación cuya veracidad es precaria (Público, 23 de marzo de 2008).

Ello no hace menos necesario y urgente, según planteamiento de la comunidad científica y de los propios dueños de estas montañas, que se margine la demarcación de la siembra de organismos genéticamente modificados, pues hay temor sobre la posibilidad de que los maíces transgénicos de la agricultura comercial pudieran cruzarse con los teocintles, modificar sus características genéticas e incluso extinguirlos, lo cual es la otra cara de la moneda de la "biopiratería". Para enfrentar a esta, resulta también necesario asegurar las poblaciones nativas y hacer un manejo para su conservación efectiva, dada su limitada cobertura territorial, señalan los académicos del Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Imecbio) que propusieron la declaratoria en el marco de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados.

El problema de la desaparición de estos parientes silvestres, cuya denominación general –teocintle- significa en griego "grano de dios", se acentúa con las dos especies perennes, por estar restringidas mundialmente a esta zona de Jalisco.

El estatus que se les otorga en la norma oficial mexicana NOM-059-ECOL-2003 es "en peligro de extinción" para el Zea perennis, que habita tres reducidos sitios en el municipio de San Gabriel (Piedra Ancha, La Mesa y Los Depósitos), al norte del Nevado de Colima, y de "amenazada" para el Zea diploperennis, que vive en San Miguel y Las Joyas, de Manantlán (y que fue motor de la declaratoria de reserva de la biosfera, en 1987). En cuanto a la raza del Balsas (Zea mays parviglumis), se ha ubicado en la propia reserva protegida, en el cercano municipio de Villa Purificación y en la zona costera de La Huerta, además del municipio de Jilotlán de los Dolores, cerca del límite con Michoacán; esta raza no tiene algún estatus de protección en la NOM, y se le considera con poblaciones "estables", según el análisis de Jesús Sánchez y José Ariel Ruiz Corral (Distribución del teocintle en México, Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias –INIFAP-).

Los teocintles están representados por especies anuales y especies perennes y se extienden por las regiones tropicales de Mesoamérica (correspondientes a México, Honduras, Guatemala y Nicaragua), "ocurriendo como poblaciones aisladas de tamaños variables que ocupan desde menos de uno hasta varios cientos de kilómetros cuadrados", añaden los investigadores.

En Jalisco, además de las tres especies que coexisten en la región Manantlán-Costa Sur, hay una cuarta raza, denominada "mesa central" que todavía prospera en la zona de Los Altos, severamente amenazada por la extinción debido a la fuerte modernización de la agricultura. De las seis especies o razas reconocidas de teocintle en México, cuatro ocupan Jalisco, lo que hace a la entidad la más variada en presencia de estas milpillas o hierbas, despreciadas por muchos campesinos "modernizados", pero fuente de riqueza biogenética insospechada.
 

claves

 

Los misterios del origen del maíz

 

El maíz fue domesticado hace unos ocho mil años en Mesoamérica. Los ecosistemas en que se desarrollaron los primeros tipos de maíz fueron de tipo estacional, es decir, con inviernos secos alternados con temporales breves; estas características ambientales son compartidas por los teocintles y el género Tripsacum

 

Al contrario del trigo (Triticum aestivum) y del arroz (Oryza sativa), el maíz ha dejado un rastro oscurecido por su complejidad, ya que no existen formas intermedias vivientes entre el maíz silvestre y las 50 variedades de maíz que han evolucionado bajo la selección agrícola en México, los cuales en muchos casos aún son cultivados allí (Goodman y Wilkes, 1995)

 

Las tres teorías principales que se sostienen ampliamente sobre el origen del maíz son que proviene de una forma silvestre de maíz, de un teocintle silvestre o de un ancestro desconocido

 

Sin embargo, buena parte de las evidencias señalan que el teocintle es el progenitor del maíz moderno. Según Galinat (1995), de un número grande de tipos silvestres de teocintle se seleccionaron dos tipos de plantas, con cuatro hileras de granos en cada mazorca, y al cultivar estos dos tipos juntos y aisladamente, el híbrido derivado de ellos llegó a ser el primer maíz

 

Fuente: Wikipedia, Ministerio de Agricultura de Perú

 
 
 

 

MANANTLÁN, CENTRO DE ORIGEN DEL MAÍZ

Manantlán, uno de los doce tesoros biogenéticos de Mesoamérica

 

Plan para área libre de

transgénicos tiene 2 años

 

Ocho especies silvestres ligadas al maíz moderno, en zona de influencia de esta reserva; además, ocho especies de frijoles, doce de tomates, dos de calabazas una de papaya y cinco de papas

 

Público. Agustín del Castillo

 

La sierra de Manantlán es uno de los doce sitios privilegiados por su tesoro biogenético en Mesoamérica: alberga una nutrida parentela silvestre del maíz, el frijol, la calabaza, la papa, la papaya y el tomate, plantas que fueron domesticadas en la región hace miles de años. Esta riqueza quedará amenazada si no avanza la declaratoria de "zona libre de organismos genéticamente modificados", que ya cumple dos años de haberse planteado.

Fue el 17 de febrero de 2006, en una reunión ordinaria de los consejos asesores de esta reserva de la biosfera, cuando se tomó el acuerdo "de solicitar a las instancias gubernamentales correspondientes la declaratoria legal del área protegida ya mencionada y de su región de influencia, como área libre de organismos genéticamente modificados", señala la propuesta técnica que fue detallada en el Departamento de Ecología y Recursos Naturales del Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Imecbio), de la UdeG, en agosto de ese año.

Los datos inventariados hasta ahora son impresionantes, destaca el documento.

"En la reserva de la biosfera sierra de Manantlán y la región circundante existe una de las mayores concentraciones en el mundo de especies silvestres emparentadas con el maíz cultivado [Zea mays]. En la reserva se encuentran las únicas poblaciones naturales del teocintle o milpilla diploide perenne Zea diploperennis en el mundo, además de poblaciones de otro teocintle, Zea mays subespecie parviglumis que es reconocido como el ancestro directo del maíz […] además, muy cerca del área protegida, en los municipios de Zapotlán el Grande y Venustiano Carranza se localizan las únicas cuatro poblaciones [en el ámbito mundial] del teocintle perenne tetraploide Zea perennis".

Por si fuera poco, las montañas albergan "poblaciones de Tripsacum dactyloides; T. laxum; T. mayzar; T. pilosum y T. zopilotense, que podrían haber jugado un papel en la evolución del maíz ya que se han obtenido híbridos fértiles en el laboratorio entre Tripsacum dactyloides y Zea diploperennis".

La región "debe considerarse, por lo tanto, como un centro de origen, evolución y diversificación del maíz, donde la conservación tanto de las variedades criollas o tradicionales de maíz cultivado y de los parientes silvestres del maíz de es de fundamental importancia". El maíz, que fue domesticado en Mesoamérica, es el segundo cultivo en importancia alimentaria y económica dentro del ámbito mundial

Aparte de esta gramínea, "existen numerosas especies silvestres parientes de plantas domesticadas, de las cuales destacan los frijoles: Phaseolus coccineus L. subespecie coccineus, P. coccineus subespecie formosus P. leucostachyu., P. lunatus L. variedad lunatus, P. lunatus variedad silvester, P. micranthus., P. pauciflorus, P. perplexus y P. vulgaris L.".

También, doce especies de tomates de cáscara silvestres; cuatro especies de calabazas; una especie silvestre de papaya (Carica papaya), dos especies de aguacates, y cinco especies de papa silvestres.

Todos estos componentes no sólo pudieron tener alguna participación en el proceso de domesticación de las especies modernas, sino que constituyen un reservorio genético para mejorar las razas criollas e incluso una gran tentación para los productores de transgénicos de aprovechar esos genes adaptados a ciertas condiciones naturales, de forma milenaria.

Manantlán también tiene "una gran diversidad de árboles silvestres con potencial para la producción forestal, incluyendo especies, subespecies y variedades raras, endémicas o amenazadas, como es el caso del álamo Populus guzmanantlensis, así como diez especies maderables de pino […] la introducción deliberada o accidental de álamos o pinos transgénicos puede considerarse como un riesgo potencial que afectaría la diversidad genética de las especies, subespecies o variedades locales de los géneros Populus y Pinus".

Esta riqueza ha hecho que la Sierra de Manantlán sea considerada por la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) como uno de los doce sitios prioritarios para la conservación de diversidad genética de plantas en todo Mesoamérica, mientras el programa El hombre y la biosfera (MAB, Man and Biosphere Program) de la Unesco, "considera a la Sierra de Manantlán como zona de importancia global para la conservación por su alta riqueza de especies, el alto número de endemismos, y la presencia de especies amenazadas".

Esto es lo que está en juego. La Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, publicada en 2005, prevé las "zonas libres de transgénicos", precisamente en las áreas naturales protegidas. El trabajo de la declaratoria en Manantlán exige además detallar el inventario, ver el estado de las poblaciones y elaborar una estrategia de trabajo con las comunidades para mantener sus formas tradicionales de cultivos y eso redunde en beneficios en su calidad de vida.
 

La historia

 

La sesión del 17 de febrero de 2006 de los consejos asesores de Jalisco y Colima de la reserva de la biosfera sierra de Manantlán fue donde se acordó caminar hacia una declaratoria de la reserva y su región de influencia como "zona libre de organismos genéticamente modificados"

 

En agosto del mismo año, el Imecbio generó el documento base de la discusión, donde plantea los riesgos de contaminación y pérdida de especies nativas que traería la entrada de transgénicos a la región

 

En septiembre del mismo año se reiteró la petición, y se acordó la realización de talleres en toda la región para generar una declaratoria conforme a la realidad local, que tuviera posibilidad de éxito, basada en la premisa de que los campesinos debían comprender la superioridad de sus especies nativas

 

A dos años, sigue pendiente la declaratoria, que debe impulsar la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas ante la Semarnat