José Alonso Torres y Mariana González Castellón
Experiencias realizadas en otros países en ríos contaminados hacen ver que el Río Santiago, de 524 kilómetros de largo, no es una causa perdida, aunque tampoco existen garantías de que se puede limpiar.
Si se escribiera un manual con lo que se debe y lo que no se debe hacer para limpiar un gran afluente contaminado, seguramente el Río Támesis, en Londres, Inglaterra, y El Riachuelo, en Buenos Aires Argentina, serían objeto de estudio.
Estas dos arterias de agua son ejemplo de lo claro y lo oscuro, de la eficiencia y la burocracia. Ambos ríos, como el Santiago, fueron excesivamente contaminados con descargas de aguas negras y desechos industriales que no sólo acabaron con la fauna de la zona sino también se convirtieron en peligrosos focos de infección para la población de sus alrededores.
Hoy en día, mientras el río británico es presumido por su recuperación, El Riachuelo, en Argentina, sigue siendo un área de putrefacción pese a las promesas de limpiarlo.
El Támesis: sí se puede
Desde el siglo 19 el cauce del Támesis, un río de 346 kilómetros de longitud y cubre una zona habitada por más de 11 millones de personas estaba contaminado y fue declarado como un río muerto hasta que en 1950 el parlamento ordenó sanearlo.
La limpieza costó 200 millones de dólares y como resultado, luego de cuatro décadas, de ser un río dónde sólo se podían encontrar gusanos de lodo existen ahora 120 especies en sus aguas, incluyendo el salmón.
El proceso de limpieza requirió la construcción de plantas de tratamiento de aguas del drenaje y la remoción de sólidos en su profundidad, pero la clave fue la fuerte inspección y monitoreo a empresas que descargaban sus aguas y fuertes castigos a quienes contaminaran.
El Riachuelo, ¿caso perdido?
Con sus 64 kilómetros de longitud, el Riachuelo o Río Matanzas es un afluente en Buenos Aires conectado con el Río de la Plata y considerado uno de los más contaminados en el mundo.
Cada día se vuelcan al río 368 mil metros cúbicos de agua del drenaje y más de 88 mil metros cúbicos de residuos industriales.
De las 3 mil 76 empresas que hay en la cuenca, sólo 65 son responsables del 80 por ciento de la contaminación industrial.
Otro problema es que nunca pusieron en en práctica la política de vertido cero, que implicaba cerrar las bocas contaminantes del río.
En 1993, la Secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano hizo la promesa de que en mil días podrían disfrutar de la costa del río, tomar mate e incluso, nadar.
La burocracia y las decisiones políticas han envenenado tanto al río como los contaminantes, en 1995 se creó un comité para el saneamiento y recibieron un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo por 250 millones de dólares.
Sin embargo, las autoridades comandadas por Eduardo Duhalde reasignaron 150 millones de dólares para pagar otros proyectos sociales. De lo que quedaba, el comité sólo recibió 7 millones de dólares, 6 que se utilizaron en consultorías y un millón que destinaron a obras de drenaje.
Para acabarla de amolar, el Gobierno argentino tuvo que pagar 6 millones de dólares de intereses punitorios por no utilizar el dinero.
Los más contaminados del mundo
De acuerdo con Fondo Mundial para la Naturaleza, (WWF por sus siglas en Inglés), los 10 ríos más sucios del mundo son los siguientes:
Salween
China, Birmania y Tailandia.
La Plata
Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia.
Danubio
Europa (atraviesa 19 países).
Río Grande
Estados Unidos y México.
Ganges
India
Murray-Darling
Sureste de Australia
Nilo
Egipto y Norte de África.
Indo
Afganistán, Paquistán, China e India.
Yangzte
China
Mekong
China, Birmania, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam.
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