lunes, 7 de julio de 2008

Representantes indígenas exigen cancelar el proyecto carretero Amatitán-Huejuquilla

Exigen al gobierno se disculpe públicamente de sus errores y repare los daños causados


Juan Carlos G. Partida - LA JORNADA JALISCO

Mesa de Tirador, municipio de Bolaños, Jal., 6 de julio

Representantes de al menos diez pueblos indígenas de la región Centro-Pacífico de México reunidos entre sábado y domingo en esta remota comunidad wixárika del norte de Jalisco acordaron, durante la celebración del XXI Congreso Nacional Indígena (CNI), una participación conjunta para impedir la explotación y el despojo de su soberanía territorial con énfasis especial en el respeto irrestricto a la decisión de la comunidad de Tuapurie para cancelar la ejecución del proyecto carretero Amatitán-Huejuquilla El Alto en el tramo correspondiente a sus tierras comunales.

“Ratificamos la Declaración de Awatsaita (Ciénega de los Caballos) suscrita en la XX reunión del CNI en la región y hacemos nuestras las siguientes demandas de la comunidad de Tuaupurie expresadas a través de sus asambleas para que no se siga hostigando, difamando y amenazando a sus autoridades, voceros y asesores por parte de los tres niveles del mal gobierno; estando la comunidad abierta al diálogo, que el gobierno se disculpe públicamente y por escrito con la comunidad, reconozca sus errores y repare los daños y perjuicios causados con la ilegal construcción de la carretera Amatitán-Huejuquilla El Alto en el tramo correspondiente a sus tierras comunales; se destituya a los funcionarios públicos involucrados en la ilegal construcción de la carretera y se abstenga el gobierno de militarizar o paramilitarizar la región con la finalidad de intentar nuevamente la imposición del proyecto carretero”, señala el manifiesto final, terminado poco después de las 19 horas de este domingo.

El año pasado el gobierno panista estatal comenzó el trazo de la mencionada carretera; los wixaritari de la comunidad de Santa Catarina se quejaron de no haber sido tomados en cuenta para el proyecto, el cual comenzó a realizarse y pasó por el territorio comunal de Tuapurie, sepultando debajo de las rocas removidas dos sitios ceremoniales, el conocido como Paso del Oso y un Ojo de Agua del que los indígenas peregrinantes hacia uno de sus sitios sagrados, Real de Catorce, tomaban agua que consideran bendita. Ante los hechos, desde febrero los wixaritari de esa comunidad decidieron hacer un bloqueo que se mantiene hasta ahora, ante la falta de acuerdos con el gobierno estatal.

“El proyecto de la carretera Amatitán-Huejuquilla El Alto, actualmente paralizado por la lucha y la movilización activas de la comunidad wixárika de Tuapurie, tiene como finalidad fragmentar y privatizar el territorio wixárika con el propósito de propiciar el despojo de la madre tierra en la región occidental del país”, se agregó en la conclusión.

En las dos largas jornadas participaron wixaritari de las comunidades de Wauta y Tutsipa (San Sebastián Teponahuaxtlán y Tuxpan de Bolaños), Tapurie (Santa Catarina Cuexcomatitlán) y Uweni Muyewe (Bancos de San Hipólito, Durango); nahuas de Ayotitlán, Tuxpan del sur y de La Yerbabuena, Colima; purhépechas de Nurio, Uruapan, Arantepacua, Cherán y Nuevo Urecho, Michoacán; migrantes zoques de Chapultenango, Chiapas; cuicatecos de Cacalotepec, Oaxaca; mixtecos de Plan de Zaragoza, Oaxaca; migrantes triquis de San Juan Copala, Oaxaca; Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM), Oaxaca; las tribus yaqui de Vicam, y mayo de Yoreme, Sonora; nahuas de Tepeco, Hidalgo, y de Huitziltepec, Puebla, además de Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco.

Unión contra el mal gobierno

Divididos en cuatro mesas de trabajo, los representantes de los pueblos que asistieron realizaron un trabajo basado en tres ejes temáticos que giraron todos en torno a la soberanía de las comunidades indígenas del país, que han sido fuertemente atacadas por las políticas neoliberales y capitalistas de los tres órdenes constitucionales de gobierno, que buscan terminar con sus tradiciones ancestrales para que sus ricos territorios sean presa del interés económico bajo el pretexto del desarrollo.


“Nuestro rival que tenemos enfrente no es fácil de enfrentarlo, pero nosotros hemos vivido siempre con dignidad y les hemos hecho frente siempre, ahora estamos aprendiendo a unirnos aunque el esfuerzo del mal gobierno por dividirnos es también intenso”, dijo Salvador Campanur, purhépecha quien también ofreció una larga explicación para rememorar el nacimiento y los objetivos del CNI. Además se pugnó por realizar acciones muy concretas para manifestar el repudio hacia la política de Felipe Calderón en el sureste del país, una avanzada militar que quienes acudieron al Congreso señalaron como la parte inicial de una nueva escalada violenta y militarización de las comunidades bajo el pretexto del combate al narcotráfico.

En sus conclusiones el XXI Congreso del CNI enfatizó que durante los últimos meses y días “el mal gobierno, violando nuestros derechos más fundamentales y respondiendo a los intereses de los grandes consorcios capitalistas, ha recrudecido la guerra de exterminio en contra de pueblos, tribus y naciones a través de la aplicación de diversos proyectos y políticas neoliberales que tienen como finalidad despojar nuestras tierras y territorios, robar y destruir nuestra cultura y provocar la migración y explotación despiadadas de nuestras comunidades”.

Se afirmó que la incursión de numerosos convoyes militares provenientes de los cuarteles de Toniná, Patiwitz y San Quintín, acompañados por policías judiciales y de seguridad pública estatal, el pasado 4 de junio en la comunidad zapatista de La Garrucha, Chiapas, además de las reiteradas provocaciones en contra de la reserva comunitaria zapatista “El Huitepec” que desde el mes de marzo del 2007 está bajo la responsabilidad y la protección de la Junta de Buen Gobierno “Corazón Céntrico de los Zapatistas Delante del Mundo”, zona Altos de Chiapas, “forman parte central de la violenta guerra de exterminio en contra de los pueblos zapatistas y los pueblos indígenas del país”.

También se señaló que la política del gobierno federal busca la desaparición de los maíces nativos, ha propiciado el desabasto y carestía de alimentos básicos, políticas que como el corredor marítimo en el Pacífico o los supuestos proyectos turísticos hacia las zonas indígenas “buscan la destrucción de nuestra madre tierra a través del despojo de nuestros territorios y cultura y la privatización de las costas, las aguas, el viento, la lluvia, las plantas, los animales, los minerales y los energéticos que constitucionalmente corresponden a la propiedad de la Nación mexicana”.

Se quejaron de las “contrarreformas al artículo 27 constitucional en 1992, junto con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte” porque han generado la ruina de las comunidades indígenas y de los campesinos en general, la migración masiva. Criticaron la militarización del país y la aplicación de la Iniciativa Mérida con la finalidad de poner bajo el control de los Estados Unidos de América al Ejército y a las corporaciones policíacas nacionales y desatar una amplia ofensiva represiva en contra de las luchas y movimientos sociales que atenten o se opongan a los intereses neoliberales.

“Nos pronunciamos en contra de la salvaje destrucción que el capitalismo neoliberal impone a toda la humanidad; nuestros pueblos, tribus y naciones sueñan, proponen y construyen un mundo distinto sobre las bases del respeto y la protección de la madre tierra y la continuidad de la vida, la preservación de nuestra identidad y el fortalecimiento de nuestra organización comunal opuesta a la organización capitalista de la sociedad que mercantiliza la vida. El daño que se le ha producido a la madre tierra es demasiado grande y nuestra lucha es para detener la siembra de tanta muerte”, concluyeron.

El manifiesto leído a partir de las 20 horas de este domingo condena y se declara alerta de cualquier agresión contra las comunidades zapatistas, respalda a la comunidad wixárika de Wauta (San Sebastián Teponahuaxtlán) en la recuperación de su territorio con relación a las invasiones que sufre actualmente por parte del ejido Puente de Camotlán y ganaderos de Huajimic, ambos del municipio de La Yesca, Nayarit; se une a la inconformidad de la comunidad de Wauta en contra de la fuerte contaminación del Río Camotlán que atraviesa su territorio, impunemente provocada por el vertedero de desechos que realizan habitantes de Puente de Camotlán con la complicidad de la Comisión Nacional del Agua. También exige el reconocimiento legal a favor de la comunidad autónoma wixárika de Bancos de San Hipólito, Durango, sobre sus tierras comunales, las cuales “fueron ilegalmente tituladas a favor de la comunidad mestiza de San Lucas de Jalpa”.

Finalmente los pueblos reunidos en Mesa del Tirador ratificó el carácter anticapitalista de su lucha, su adhesión a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y participación dentro de La Otra Campaña “y llamamos a nuestros pueblos a no creerse del mal gobierno y a continuar su lucha por el ejercicio de su autonomía y sus derechos en la vía de los hechos. Asimismo llamamos a los pueblos indígenas de América a continuar el esfuerzo iniciado en el Encuentro de Vícam, hermanando nuestras luchas y resistencias contra el capitalismo a lo largo de todo el continente”.

Un juez ordena quitar 600 ha a La Primavera



Se confirmó en segunda instancia una sentencia de amparo a favor del comisariado ejidal de Santa Ana Tepetitlán, que deja casi 600 hectáreas de bosque fuera de la zona protegida, lo cual las hace susceptibles de urbanización; el gobernador de Jalisco y la Secretaría de la Reforma Agraria fueron omisos en la defensa.

La Primavera pierde 584 hectáreas, aproximadamente. Además, otras reservas ecológicas del país podrían ser atacadas por la misma vía. Foto: Público

Agustín del Castillo - PÚBLICO

En el último año, la presidencia de la república no tuvo argumentos jurídicos suficientes para defender ante dos instancias judiciales la integridad territorial del área de protección forestal y de fauna La Primavera, creada en 1980, por lo cual la reserva boscosa acaba de perder en forma definitiva casi 600 hectáreas de su superficie, las cuales, de este modo, podrán sumarse a la especulación inmobiliaria.

Ése es el efecto de la decisión del Primer Tribunal Colegiado del Tercer Circuito, con sede en esta ciudad, que notificó la pasada semana que “hasta 584 hectáreas” de la primera ampliación del ejido Santa Ana Tepetitlán, Zapopan, enclavadas en esta serranía, ya no forman parte de la reserva ecológica más importante de la región metropolitana de Guadalajara.

En la revisión 465/2007 del juicio de amparo 413/2001, con el voto dividido de los tres ministros integrantes, dos de ellos consideraron válido equiparar —por sus efectos jurídicos— una expropiación (en la cual el Estado se queda con la propiedad de los bienes) con una declaratoria de área natural protegida (en la que sólo limita sus usos), y al no haber sido notificados los quejosos del decreto de la reserva de 1980, ni mucho menos oídos y vencidos, como lo establece el artículo 14 constitucional, determinaron que el decreto del presidente José López Portillo es violatorio de las garantías individuales.

Esto viene a confirmar los términos de la sentencia emitida un año atrás por el juez tercero de distrito (la primera instancia en que el gobierno fue derrotado), la cual fue recurrida tanto por el Ejecutivo federal como por un grupo disidente de ejidatarios, quienes ven, detrás de la “lucha reivindicatoria” de su comisariado ejidal, un fabuloso negocio de especuladores inmobiliarios, nada extraño en la historia de la segunda ciudad del país, mucho menos en estas florestas largamente codiciadas para desarrollos residenciales.

Lo que más preocupa a los ambientalistas y responsables del bosque es que este caso desate un “efecto dominó”: los promotores del amparo acaban de mostrar el camino legal para desvirtuar el mandato presidencial. A decenas de propietarios del interior de la reserva, que vieron frustrados sus grandes negocios con el decreto de hace 28 años —cómo olvidar Ciudad La Primavera, faraónico desarrollo de medio millón de habitantes con que soñaron Jorge Dipp y sus socios en el interior de las montañas—, parece que les ha llegado la hora de revertir los hechos que, a su juicio, les despojaron de derechos legítimos para explotar y especular.

Lo peor es que gran parte del sistema nacional de áreas naturales protegidas está construido sobre el mismo frágil supuesto: afectar usos y destinos de los terrenos bajo el argumento del superior interés público, sin cambiar el régimen de propiedad. Ésa es la esencia del “modelo mexicano de conservación”.

¿Puede un caso específico, que abarca apenas 2 por ciento de la superficie de La Primavera, cambiar la historia de la protección ambiental para siempre? Pronto habrá respuestas.


• El ejido de Santa Ana Tepetitlán reclamó su derecho a influir sobre el destino del territorio de bosques que ya no está dentro de la reserva. Foto: Iván García



Los hechos

La cuestionada dirigencia del ejido Santa Ana Tepetitlán argumentó que la creación de la reserva ha significado la desposesión real de sus terrenos forestales en la zona de la primera ampliación, que abarca 640 hectáreas, casi todas boscosas, y además, que el decreto que formó el área protegida señala literalmente que la superficie afectada asciende a “30,500 hectáreas de propiedad particular”, lo que, a su juicio, excluye otro tipo de propiedad, como son en México la comunal, la social o ejidal y la pública.

Les creyó el juez tercero de distrito en materia administrativa con sede en Guadalajara, al emitir su resolución sobre el juicio de amparo 413/2001-3, el 19 de abril de 2007.

En ella, determina que “la justicia de la unión ampara y protege al ejido Santa Ana Tepetitlán, municipio de Zapopan, Jalisco, en contra de las autoridades responsables Presidente de la república, secretario de la Reforma Agraria y gobernador del estado de Jalisco, que se hicieron consistir en el decreto expedido por el primero [el Presidente] el 19 de febrero de 1980 [publicado en el Diario Oficial de la Federación el 6 de marzo siguiente], y el acuerdo y convenio celebrados el 18 de agosto de 2000 y 8 de enero de 2001, por el gobernador del estado de Jalisco…”.

Esto significa que el territorio ejidal referido fue afectado por el decreto, en condiciones equiparables a las de una expropiación, por lo cual queda fuera de la zona de protección de La Primavera, pues la sentencia es “… para el efecto de que dejen insubsistente el decreto reclamado, respecto de la superficie propiedad del ejido quejoso, así como sus consecuencias”.

Como la resolución dañaba el interés general, la presidencia de la república y los ejidatarios disidentes interpusieron el recurso de revisión. Las actas del toca 465/2007, que obtuvo este diario, revelan cómo fue el proceso.

¿Qué arguyó la representación del Poder Ejecutivo Federal? Insistió que el amparo debía “sobreseerse” (dejarse sin efecto por carecer de materia jurídica), pues “el decreto reclamado no cancela los derechos agrarios de los habitantes de las zonas de afectación”, y además, que el artículo 27 constitucional establece el derecho del Estado a establecer regulaciones a la propiedad.

“Es claro que el decreto que se tilda de inconstitucional de ninguna manera constituye un acto que deba ser puesto a consideración del quejoso, ya que el mismo obedece al deber que tiene el Estado de conservar los recursos forestales y las especies de flora y fauna silvestres del territorio nacional, en cumplimiento de lo establecido por el artículo 27 constitucional…”, señala.

Hay una evidente primacía del interés general sobre el particular, lo que permite “restringir privilegios” si las condiciones varían en cuanto al equilibrio ecológico, añade.

Y rebate la equiparación a expropiación. El juez “confundió el concepto de expropiación con el de modalidad de la propiedad […] el asunto a dilucidar es simple y sencillamente una modalidad de propiedad, sin que se vean afectados esos derechos reales […] no estamos en presencia de un acto de privación, como tampoco ante la imposición de una pena, supuestos exclusivos en los que opera la garantía de audiencia […] la sentencia no apreció el acto reclamado en su verdadero sentido […] no existe la afectación al artículo 14 constitucional a que alude el juez…”.

En cuanto a los ejidatarios disidentes de Santa Ana, consideraron que sus “supuestas autoridades” estaban conformadas por ejidatarios privados de sus derechos agrarios por haber incurrido en anomalías como la venta ilegal de parcelas, por lo cual no eran “verdaderos representantes” de la asamblea y, más bien, tenían el respaldo de los intereses especuladores que han fraccionado buena parte del territorio ejidal, actualmente invadido de asentamientos humanos irregulares.

El escrito de revisión lo firman Tranquilino Flores Aguilar y cinco campesinos más, como “comisionados para la administración y resguardo de las 641 ha que componen el potrero Las Lomas y que forman parte de la resolución presidencial de primera ampliación”.

El ejido “siempre ha tenido y tiene como beneficioso el decreto [de La Primavera] impugnado porque el mismo no nos afecta en nuestra propiedad y, al contrario, gracias a su protección se ha evitado en parte que el Ayuntamiento de Zapopan y los sedicentes comisariado ejidal y el licenciado José Antonio Soto Becerra hubiesen terminado de despojar a nuestro ejido…”.

A su juicio, esa pretensión es clara: los bosques de Las Lomas se integrarían a una amplia y multimillonaria especulación de terrenos urbanos.

¿Qué respondió el tribunal a los impugnadores? Descalificó sus argumentos.

Al Presidente de la república le insistió que había afectación real de derechos: “El decreto impugnado se equipara a un reglamento federal, y éste a su vez, a la ley, en su aspecto material”, pues fue emitido con esas atribuciones que le da el artículo 89 constitucional al Presidente de la república. Por ende, son inobjetables las violaciones a las garantías individuales materia de los juicios de amparo.

A los ejidatarios, les negó personalidad jurídica como representación sustituta y les dijo que no podían oponerse a un amparo, pues la naturaleza de éste es beneficiosa para ellos. Entonces vino la resolución confirmatoria, que le revela a la sociedad de Jalisco, y a la mexicana en general, las precarias bases legales sobre las que se asienta la protección de la naturaleza, uno de los ejes fundamentales de la gobernabilidad en nuestro tiempo. A los fraccionadores les llega una especie de susurro que seguro atenderán, hombres hábiles que son: “¡Ya volvió el tiempo para los negocios!”.


• Santa Ana, en Zapopan. Según el ejido, el decreto que estableció la reserva terminó por afectarlo. Foto: Iván García



Recuentos de lo extraño

¿Quién estuvo ausente de este proceso judicial? La sentencia de amparo fue concedida contra actos del Presidente de la república, pero, además, del secretario de la Reforma Agraria y del gobernador de Jalisco, así como de los directores del Registro Público de la Propiedad de Guadalajara y del Registro Agrario Nacional. Sólo compareció para la revisión la primera autoridad. Los motivos: ¿mero desinterés, confianza extrema en el papel y el poder de la institución presidencial, o compromisos vergonzantes?

Luego vino una ponencia del magistrado Álvarez Escoto, que pedía no confirmar la resolución impugnada y regresar el asunto al juzgado, pero sus compañeros, Rogelio Camarena Cortés y Jaime Ramos Carreón, no lo respaldaron, y simplemente ratificaron una sentencia cuyas consecuencias no pueden desconocer: deja en situación de precariedad la armazón jurídica de todas las áreas protegidas del país. ¿Puro amor a la ley?

Los disidentes de Santa Ana están preocupados por lo que venga: “Así nos fue, y eso que nuestro aliado era el Presidente, que antes era poderoso pero ahora ha sido humillado”, dice uno de sus abogados. Y luego repone, sapiencial y malicioso: “Cuando hay negocio, hasta al Presidente le toca perder…”.



- Claves
Lo que sigue

• ¿Qué efectos jurídicos y prácticos puede traer la resolución final del amparo a favor del comisariado de Santa Ana Tepetitlán y en contra del decreto de La Primavera? Aquí, algunos escenarios

• El efecto dominó. Propietarios y ejidos de la reserva se amparan siguiendo el exitoso ejemplo del vecino, con el consiguiente riesgo no sólo para sostener La Primavera, sino cualquier área protegida decretada sin afectar propiedades en el país

• El gobierno de la república y las entidades federales y estatales involucradas meten recursos jurídicos para subsanar los vacíos en la defensa ante el amparo 413/2001, lo cual no puede llevar a reabrir el proceso (jurídicamente es ya imposible), pero sí a reestablecer la demarcación protegida con una nueva declaratoria que cubra todas las formalidades legales

• El gobierno de la república demanda penalmente a los magistrados que habrían “torcido la ley” a favor de los amparados y contra los intereses de la comunidad

• Los gobiernos deciden no hacer nada jurídico por el decreto, sino que se limitan a negar permisos de cambio de uso de suelo (federal) y de urbanizaciones (municipal) en el macizo forestal “liberado”

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