jueves, 25 de diciembre de 2008
Fortalecer pueblos, arma contra mafias
Morelia, Michoacán.
Agustín del Castillo, enviado. PÚBLICO-MILENIO
Los ejemplos son escasos pero claros: comunidades indígenas y ejidos bien integrados son la mejor arma para afrontar la devastación que están padeciendo los bosques de la meseta purépecha, tanto por las mafias de talamontes como por las que deforestan para establecer huertos de aguacate, advierte el director de la Comisión Forestal de Michoacán, Alejandro Méndez López.
"Creo que hacen falta más recursos para ellos, porque en el nivel nacional, 80 por ciento de los bosques son de ejidos y comunidades, y no ves que se canalicen recursos en esa misma proporción; aquí en Michoacán ha habido esfuerzos para que se organicen las comunidades, pues se trata de un prerrequisito para echar a andar esquemas de sustentabilidad […] cuando una comunidad se decide a hacer las cosas bien, no entra el aguacate, no entra el cambio de uso de suelo, se conserva más tiempo el territorio, se cuida el bosque, disminuyen los incendios y otros daños, incluso sin la necesidad del aparato del Estado, y eso propicia que mantengan su cohesión interna y sean esquemas de vida viables, en donde hay oportunidades de prosperidad", pone en relieve.
En cambio, "un bosque fragmentado es un bosque que tiende a desaparecer, y si las comunidades se deciden a cuidarlos […] la realidad es que ahora se están desintegrando por [e]migración, por falta de oportunidades, depredación: se acaban los recursos, se venden las parcelas y se consolida el cambio de uso de suelo".
Y no obstante el enorme problema ambiental y social, el financiamiento público es bajo y en contrapartida, los estímulos de los gestores del cambio de uso de suelo suelen ser cifras de dinero con muchos ceros.
"Hay comunidades que iban avanzando muy bien y de repente se caen porque hay un cambio de autoridades, o de repente una iba muy mal y un cambio de autoridades ha propiciado que se mejore […] es una realidad muy dinámica, hay una comunidad organizada que ya recibe beneficios como es Nuevo San Juan, donde hay empleo y buena condiciones de vida para sus miembros, y así es más difícil que se caigan los procesos; hay otras comunidades que vemos endebles, y son las que debemos apuntalar con apoyos para que de alguna manera ayudemos a que brinquen este proceso por el cual pasó San Juan".
Méndez López precisa que de las más de 40 mil hectáreas anuales que se deforestan en ese estado, la mayor parte se debe a la ganadería extensiva, sobre todo en las selvas secas de la costa, mal apreciadas. "El aguacate se da en la parte del bosque mesófilo, bosque de pino encino, y es como más evidente y doloroso porque además le pega a la parte del agua, ya hay varias comunidades que acusan falta de agua por esta deforestación".
—¿Por sus características ambientales, el aguacate es menos que un bosque?
—El aguacate ayuda menos a infiltrar el agua que el pino o el encino, y además consume mucha agua; al deforestar se pierde la humedad, ha cambiando el clima en la zona de Uruapan porque se consume más agua de la que se infiltra…
—¿Tampoco es eficiente en captura de carbono?
—No, ni tampoco es muy eficiente para retener suelos; y sin olvidar el abuso de agroquímicos, que va aparejado, y que como todo monocultivo lleva sus consecuencias.
A su juicio, el aguacate puede prosperar, pero en equilibrio con el bosque, no a su costa. Y alerta sobre la expansión del lado negativo de este boom en los bosques del sur de Jalisco. "Cuando pasamos por Mazamitla o por Tamazula ya se observa que por ahí se está desplazando el aguacate, y Jalisco tiene varias zonas con aptitud y sabemos que se está yendo planta de aquí, igual que a Chiapas, a Oaxaca, a Los Chimalapas, a La Lacandona, zonas en riesgo por su alta diversidad biológica…".