Infraestructura inadecuada, el crecimiento desordenado de la ciudad y la fuerte concentración de las lluvias ponen en situación de mayor riesgo a 225 mil habitantes; más de once mil de ellos habitan en los 73 puntos de inundación, revela estudio encargado por el SIAPA y la CEA.
Foto: Rafael del Río
Agustín del Castillo - PÚBLICO
Las pérdidas directas e indirectas que ocasionan los desastres vinculados a lluvias en el valle de Atemajac, asiento principal de la zona metropolitana de Guadalajara, alcanzan casi 530 millones de pesos por año, dinero equivalente al invertido en la construcción de la carretera Mascota-Las Palmas, de 71 kilómetros, o 10 por ciento mayor al que se reportó como costo para edificar el nodo Colón, al poniente de la ciudad.
Estos datos los ofrece el texto del Programa de manejo integral de aguas pluviales de la ZMG, que en su primera etapa sólo analiza cinco subcuencas hidrológicas del valle de Atemajac, principal asiento de la capital de Jalisco.
El estudio fue encargado por el Sistema Intermunicipal de Agua potable y Alcantarillado (SIAPA) y la Comisión Estatal del Agua (CEA), y es la punta de lanza de una nueva estrategia para abordar el problema de las lluvias, que incluye la creación de una nueva institución que aborde de forma central el problema y que derive en un plan específico para desastres por causas relacionadas con el agua.
En cuanto a los 73 puntos de inundación enclavados en las subcuencas de Atemajac, San Juan de Dios, San Andrés, Osorio y San Gaspar, las ageb (área geoestadística básica, unidad geográfica más simple para el levantamiento de datos por el INEGI) donde se ubican contienen 225,118 habitantes, cerca de 6 por ciento del total de la ZMG, pero, aún más focalizado en los sitios de anegamientos, los moradores se reducen a 11,627.
Ellos suelen cargar con la parte más costosa de los daños que cada temporal se abaten sobre el área urbanizada.“La estimación de los daños económicos provocados por las inundaciones se integró considerando los daños tangibles y los daños intangibles.
Entre los primeros se encuentran los directos, que son los producidos por el contacto con el agua o por sumersión, y los daños indirectos, que son los originados por la suspensión de actividades físicas y económicas en los negocios, costos de limpieza después de las inundaciones, evacuaciones, alojamientos temporales, etcétera.
“Para la estimación de los daños tangibles directos, se construyeron curvas de profundidad inundación-daños económicos, para viviendas de una y dos plantas y los tipos de vivienda: popular, media y residencial; la construcción de dichas curvas obedece a los bienes definidos para los diferentes tipos de viviendas y de los precios unitarios de dichos bienes, así como del porcentaje de daños causados por las inundaciones en función de la altura de la lámina de agua alcanzada”, refiere el documento, al cual tuvo acceso este diario.
De este modo, se determinaron calidades de daño en relación con el valor de los bienes de cada casa. “Los porcentajes de afectación usados fueron los siguientes: 11 por ciento de daños para una lámina de inundación de 50 centímetros, 19 por ciento para un metro y 25 por ciento de daños para una lámina de dos metros”.
Por su parte, “los daños intangibles indirectos se calcularon aplicando […] 15 por ciento al total de los daños directos, al no contar con información sobre daños indirectos de inundaciones anteriores. No se considera el valor de terreno ya que sólo se valuó el valor de las propiedades y sus contenidos, y no se consideraron posibles daños a los terrenos provocados por deslaves o destrozos externos como consecuencia de la inundación”, precisa.
Los datos básicos provienen de los resultados de las inundaciones padecidas durante el año 2006. Tampoco contabiliza la destrucción eventual de la infraestructura pública, como el colapso de líneas de agua, drenaje o colectores y de otro tipo de estructuras de comunicación.La mitad de las viviendas afectadas son de una planta y otro tanto de dos plantas.
“Los daños totales se obtuvieron como la suma de los daños directos más indirectos; estos últimos fueron considerados igual a 15 por ciento de los costos directos de daños por inundación […] los daños totales estimados ascendieron en el año 2006 a 529 millones de pesos”.
Por subcuenca, se distribuyeron así: Atemajac, 17 por ciento; San Juan de Dios, 63 por ciento; San Andrés, 15 por ciento, y Osorio, 5 por ciento. Por tipo de vivienda, 27 por ciento correspondió a la residencial, 59 por ciento a la media y 14 por ciento a la popular. “Las mayores pérdidas se presentaron en la vivienda media con 315 millones de pesos” (ver gráfico contiguo).
La ZMG tiene una precipitación media anual de 935.2 milímetros “que se concentra de julio a mediados de octubre”, y “un porcentaje importante de esta lluvia sucede en tormentas torrenciales de más de 70 mm por hora, las que provocan encharcamientos, inundaciones y graves problemas de circulación” de vehículos.
Medio siglo de errores
Esto no siempre fue así. Hace más de 40 años, en el plan rector que diseñó el gobierno del estado (1966) se planteó el futuro de la ciudad. El documento lo sintetiza: “Construir colectores paralelos al colector San Juan de Dios que se encontraba sobrecargado […]; sustituir los cauces naturales de escurrimientos pluviales por los correspondientes colectores entubados, que resolvieran en forma definitiva el problema y permitieran libremente la urbanización […]; proporcionar una salida entubada y sanitaria para las aguas residuales y desechos industriales […]; permitir la urbanización de los terrenos saneados, para que la superficie de los cauces pudiera convertirse en calles para vehículos o peatones, jardines o áreas libres”.
Finalmente, se buscó “transferir aguas de la cuenca de San Juan de Dios hacia la de Atemajac”. Así, “se violó la regla básica de la hidráulica de no transferir problemas de una cuenca a otra, pues se generaron cargas indebidas en determinados puntos de la ciudad”.
Es decir, es claro que el incremento de riesgos y el aumento de los costos económicos de los desastres fueron generados por el ser humano.“Desde una perspectiva más amplia, la estrategia original debió recomendar el encauzamiento y canalización de los escurrimientos entre la traza urbana [y no borrarlos, literalmente], para descargarlos hacia el río Santiago, y en ambas márgenes construir amplias avenidas donde pudieran alojarse los colectores”. Los errores están consumados. Repararlos es el reto del nuevo programa.
Claves
Algunos datos sobre las tormentas en Guadalajara
• A diferencia de otras diez que existen en la ciudad, “la estación pluviométrica JA04 o Colomos es una estación meteorológica automatizada […] conformada por un conjunto de sensores que registran y transmiten información meteorológica de forma automática […] Su función principal es la recopilación y monitoreo de algunas variables [velocidad del viento, dirección del viento, temperatura, humedad relativa, radiación solar, precipitación]”
• De esa estación se obtuvieron resultados valiosos: “El periodo de lluvias abarca de junio a octubre. En este periodo, se concentra en promedio 91% de la lluvia acumulada en un año, la cual alcanza un valor de 935.2 mm. Por otra parte, en la zona conurbada llueve en promedio 90 días, 77 de los cuales concentran 91% del volumen total precipitado de junio a septiembre”
• La estación de Colomos también dio datos sobre lluvias torrenciales entre el 17 de marzo de 2000 y el 14 de septiembre de 2006. “Se pudo observar que en promedio se presentaron alrededor de 340 tormentas al año, de las cuales 251 tienen una duración menor o igual a 30 minutos, 54 tienen una duración mayor a 30 minutos y menor o igual a 60 minutos, 18 tienen una duración mayor a 60 minutos y menor o igual a 90 minutos, 7 tienen una duración mayor a 90 minutos y menor o igual a 120 minutos y 9 tormentas con una duración superior a los 120 minutos”
• Si se relaciona la altura de lluvia medida en un año con tormentas de diferente duración, “se pudo observar que las tormentas con duración mayor a 30 minutos y menor o igual a 60 minutos concentraron cerca de 30% de la altura de precipitación de la zona durante un año. Las tormentas con duración menor o igual a 30 minutos y las tormentas con duración mayor a 60 minutos y menor o igual a 90 minutos concentran 19% y 22% de la altura de precipitación media anual”
• Valores cualitativos. “La tormenta con máxima intensidad promedio se presentó el 25 de agosto de 2005. En dicha tormenta se registraron 20.06 mm de precipitación. Inició a las 16:40 horas y finalizó 20 minutos después. La intensidad media fue de 60.2 mm/h […] La tormenta con máxima altura de precipitación acumulada se presentó el 12 de junio de 2003 a las 3:10 am, finalizando 230 minutos después. La altura de precipitación acumulada alcanzó 56.87 mm. La tormenta con máxima duración se presentó entre el 25 y 26 de septiembre de 2004 a las 19:50 horas, con 330 minutos”
• Fuente: Programa de manejo integral de aguas pluviales de la ZMG