domingo, 6 de julio de 2008

Encabeza Jalisco ranking de playas sucias


Gilberto Franco - EL INFORMADOR


La organización ecologista Greenpeace denunció que Jalisco ocupa el primer lugar nacional en playas contaminadas. Los miembros de la agrupación acudieron a la Vía RecreActiva y colgaron una manta en forma de medalla en los Arcos de Guadalajara con la leyenda “Jalisco # 1 en playas sucias”.


Alejandro Olivera, coordinador de la campaña de océanos y costas de Greenpeace México, explicó que durante los primeros seis meses de 2008, Jalisco, Chiapas, Campeche, Veracruz y Colima se mantuvieron dentro del “top ten” de las playas más sucias del país.


“No hemos visto acciones concretas en materia de saneamiento de aguas residuales en Jalisco. A pesar de que en 2006 se invirtieron 100 millones de pesos en saneamiento de zonas urbanas de la Entidad, para tener un total de 95 plantas tratadoras de aguas residuales, sólo se sanean el 22.4% de las aguas residuales del Estado”.


De acuerdo con la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), las playas de Puerto Vallarta, Acapulco y Tapachula, presentaron riesgos sanitarios en diversas ocasiones durante 2007. La playa Boca de Tomatlán rebasó en ocho ocasiones el límite máximo permisible establecido por la Cofepris, y en 16 ocasiones, el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).


“México tiene las medidas más laxas para determinar cuando existe un riesgo sanitario. Según la OMS el límite no debe rebasar una concentración de 100 enterococos por cada 100 mililitros y México usa el límite de 500, es por eso que utilizando los criterios de la OMS el 37% de las playas del país presentaron algún riesgo sanitario en 2007”.


Olivera además advirtió que ninguno de los municipios costeros de Chiapas cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales, lo que afecta al menos a 590 mil personas que habitan dichas zonas y que se encuentran expuestas a un riesgo sanitario.Dijo que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) no ha actualizado en su totalidad la información sobre la calidad bacteriológica de las playas, a pesar de que ya comenzaron las vacaciones de verano.


“Exigimos que en las playas se exhiban los índices de contaminación, ya que el riesgo sanitario significa que hay altas probabilidades de contraer alguna enfermedad”.


Dentro de las playas más contaminadas en Jalisco durante 2007, destacan Boca de Tomatlán, Quimixto, Mismaloya y Playa del Cuale con niveles máximos de seis mil 131, mil 723, cinco mil 476 y dos mil 198 enterococos, respectivamente.De enero a mayo de 2008, la playa de Mismaloya ocupa el primer lugar del ranking, con un nivel máximo alcanzado de mil 201 enterococos.

Cárdenas pide “el máximo” de protección para Los Colomos


Alberto Cárdenas encabezó ayer la jornada de reforestación en la ZMG. Foto: Giorgio Viera

Jaime Ramírez - PÚBLICO

El parque de Los Colomos es intocable, no debe movérsele un metro cuadrado más; bastante daño le hicieron ya los hambreadores urbanos, quienes abusaron muchos años atrás, como para que sigamos pensando que se le puede seguir mordiendo”, dijo Alberto Cárdenas Jiménez, secretario de Agricultura federal, sobre el daño a esa zona pública. El ex gobernador de Jalisco señaló que Los Colomos es uno de los bosques urbanos “más hermosos y maravillosos de este país, y nadie debe permitir que se venga para abajo”.

Reconoció que el gobierno federal no puede hacer nada, porque el dominio es municipal: “Quizá el Congreso del Estado pueda hacer algo, decretar a su máxima expresión para que no toque”.

Explicó que México está abajo de la media internacional que señala que deben de existir diez metros cuadrados de árboles o espacio verdes por ciudadano: “Aquí andamos en los 2.5 o 3.5 metros [cuadrados por habitante]”.

Los tapatíos han ido perdiendo su ciudad cultural y socialmente: Eduardo González


Cecilia Durán - LA JORNADA JALISCO

Cada vez es más evidente la fragmentación en la sociedad tapatía. Aquella vieja división de la Guadalajara antes y después de la calzada ya no existe, se movió. Hoy es la Guadalajara antes y después de López Mateos, que la podemos llevar más al oriente pero no más allá de Chapultepec y Américas, afirmó el profesor investigador Eduardo González en la conferencia La Guadalajara fragmentada, misma que ofreció como invitado de la asociación Ciudad para Todos.

El también colaborador de La Jornada Jalisco sostuvo que hoy existen dos grandes Guadalajaras, una que está al oriente y norte de la ciudad y otra al poniente y sur, y entre las dos hay “una serie de islas o lunares”.

“Si uno pasa por el cerro del Tesoro, el ITESO, Colón y Periférico y se mueve hacia la carretera a Chapala, nos podemos dar cuenta cómo baja la calidad de los servicios urbanos. Pero si se mueven en sentido contrario, y cruzan la zona de Vallarta, empieza a verse otro panorama, que se rompe cuando uno llega a la zona de Santa Margarita, Tuzanía, zonas de Belenes”, dijo.

“Otro caso interesante es la colonia Seattle, que a un lado tiene La Constitución; o la zona de Plan de San Luis, o al recorrer la avenida Mariano Otero y cruzar el Periférico, uno pierde hasta el camino por donde venía; sin embargo, al alzar la vista aparecen Bugambilias, El Palomar. Es decir, a 40 metros de altura hay 100 años de distancia histórica. Esta zona en algún momento será muy conflictiva, cuando los desarrolladores inmobiliarios se la quieran comer, como lo quieren hacer con Agua Blanca, Santa Anita Pueblo, San Agustín.

“Porque si hacemos un barrido de las colonias que se están levantando en López Mateos y Periférico hacia Tlajomulco, son desarrollos muy caros pero tienen frontera con zonas ejidales que no tienen servicios, donde los terrenos ni siquiera están regularizados. Estos enormes lunares urbanos va a llegar un momento en que empiecen a ejercer presión sobre ellos y sobre sus habitantes y nos traerá muchos problemas”.

Aseguró que Guadalajara está fragmentada en lo urbano, en lo político y en las cuestiones de servicios que tienen que dar los gobiernos. Cada vez más se distingue por tener zonas de primer mundo y otras como si fueran en el segundo patio.

Históricamente los tapatíos han ido perdiendo su ciudad en numerosos aspectos, sobre todo en cuestiones culturales y en procesos sociales. Han llegado tarde a muchos movimientos nacionales y políticos. Lo más evidente es la destrucción arquitectónica y la construcción sin planeación.

“Uno se pregunta en la cabeza de quién está ordenar que se construya la misma Villa Panamericana, con todo lo que implica, y otros espacios que lo único que hacen es dejarlos que se caigan para que después sea Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) o Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no puedan intervenir y la mejor opción sea tirar (los edificios) o rematar los terrenos y levantar construcciones como las que ahora tenemos.

“Otro problema que tenemos, y nos muestra la fragmentación de servicios, es la enorme carencia de los servicios más básicos en una buena parte de la ciudad. Hay una Guadalajara que tiene consumos de agua que rayan en los estándares de calidad y hay zonas donde el consumo es de menos de 100 litros”.

Agregó que la fragmentación de Guadalajara se refleja también en las diferentes prácticas culturales.

Violencia latente en la zona de Ayotitlán


Los potreros que los parvifundistas cultivaron hoy están en manos de sus vecinos. Foto: Tonatiuh Figueroa.

Agustín del Castillo - PÚBLICO

La tarde del 15 de enero de 1993, cuando doña María Dolores Vargas Elías y su esposo Pedro Cobián Roblada eran jaloneados por policías preventivos a punta de ametralladora R-15, acusados de ser “invasores de tierras”, la anciana recordó, bajando por las colinas agrestes de El Pedregal, los largos años de la infancia, a salto de mata entre revolucionarios y cristeros, huyendo de la sierra, velando hermanos muertos, viviendo en la costa o en Minatitlán y regresando al monte, para al fin poseer la tierra, reservada a quienes tienen el corazón manso (San Mateo, 5,4).

A partir de 1930, habían pasado 60 años de casi quietud, si no fuera por las irrupciones cotidianas de gendarmes o guardias blancas que defendían la ley de los caciques y de los madereros.

Y llegaron hijos, nietos y bisnietos, y esta tierra en la región de Cuautitlán se pobló de montañas escarpadas y cielos luminosos. Pero ese día invernal de hace quince años, la vida volvería a cambiar completamente.

La mujer añosa relata que durmió en la lobreguez de la cárcel de Telcruz, y al día siguiente en Cuautitlán, junto con una docena de parientes, amenazados de no recibir cena y de ser sumergidos en un pozo de agua “hasta que firmáramos los papeles”. Algunos lo hicieron.




A todos los dejaron salir a la segunda jornada, bajo la advertencia de no regresar.Hoy vive de nuevo en el rancho, pero ninguno de sus hijos puede sembrar las tierras que araron los abuelos.
Doña María dice que El Pedregal fue adquirido a “precio de oro” en el año 1903 por su madre Sebastiana Elías Virgen, por Marcelino Zúñiga y otros socios, que le pagaron religiosamente a Camilo Mateo Jacobo, comisariado de la comunidad de Ayotitlán.

La violencia latente no impide que entre el común de los habitantes de la sierra, las actividades productivas se mantengan.


Siempre fue una pequeña propiedad colectiva, de unas tres mil hectáreas. Hasta que los caciques forestales y los cenecistas intentaron dividir a la larga prole de Sebastiana.
Guadalupe Michel, el famoso Cazango, repartió algunos pesos para quedarse con sus pinares y encineras, y generó la discordia. Caínes y abeles brotaron cuando la comunidad indígena nahua, revertida a ejido, se quiso aposentar de estos solares, treinta años después de la resolución presidencial (1963), jamás ejecutada completamente y que nunca menciona entre los bienes de Ayotitlán las laderas de El Pedregal.
Unos se alinearon con el ejido, otros se negaron a perder sus terrenos.Entonces se dio el desalojo.
En 1995, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en su recomendación 122/95, pidió a la Secretaría de la Reforma Agraria “gire instrucciones a efecto de que se resuelva de manera definitiva la situación jurídica del rancho El Pedregal […] particularmente mediante el seguimiento del acuerdo tomado entre las autoridades ejidales de Ayotitlán y los pobladores del mencionado rancho, a efecto de dar solución a la controversia derivada de la indefinición jurídica que sufre El Pedregal”.
Al gobernador de Jalisco, “que instruya al procurador general de justicia del estado para que se inicien las averiguaciones previas tendientes a esclarecer […] diversos delitos que manifestaron los pobladores del rancho El Pedregal que fueron cometidos en su agravio…”.
Doña María Dolores relata su historia ante la mirada atenta de sus hijos.
Ninguna de las dos recomendaciones se ha cumplido. Doña María tiene 98 años. Y aunque todavía pelea, su lucidez le hace atisbar más amarguras.
Los hijos de la diáspora
Doña María no pudo nacer en El Pedregal en 1910. Sus padres habían debido huir de la marea revolucionaria, que significó casi puro sufrimiento para los habitantes del campo. Fue alumbrada en la seguridad de una finca de El Mamey (Minatitlán).
“Por estos cerros andaba una gavilla, por todos lados, y a los que estaban más acomodados los agarraban y los ahorcaban, les quitaban el dinero, creo que eran carrancistas”.
Conforme se apaciguó el ambiente, regresaron a los potreros adquiridos a los nahuas, pero a mediados de los años 20, mientras la clase revolucionaria se afianzaba en el poder de la república y se acentuaba la violencia por el tema religioso, regresaron las balas a la sierra y los pacíficos debieron salir de nuevo.
“Cuando lo de los cristeros, ellos mataron a un hermano que teníamos, entonces nos fuimos de aquí; teníamos ganado y caballos en el cerro pero los largamos”, refiere la anciana, de cuerpo menudito y de voz temblorosa pero mirada clara.Al firmarse los acuerdos iglesia católica-Estado, de 1929, retornaron los campesinos a sus heredades .
“Yo ya vine aquí otra vez ya grande, teníamos unas vaquitas y aquí las cuidaba”.A sus hijos Jesús, Ángel y Cresencio, y tres más, les tocaron muchos años relativamente tranquilos. Ayotitlán fue dotado como ejido en 1963 y ejecutado, de forma parcial, en 1964, pero “jamás nos notificaron o nos avisaron que hubiéramos sido afectados”, advierten.
El Pedregal hizo un juicio de prescripción ante el Juzgado de Primera Instancia del Partido Judicial de Autlán, para obtener escrituras públicas en el año de 1949. Los herederos del predio aseguran que en total existen nueve escrituras de fracciones de propiedad originales.
“En 1962 se hizo la escrituración de las excedencias en Autlán”. La superficie de la familia andaría así cerca de las tres mil hectáreas. Por eso, el 15 de enero de 1993, pasaron la sorpresa de sus vidas.
“Se nos volteó mucha gente, muchos de los primos hermanos del lado de mi papá se fueron con ellos, y nosotros peleamos del lado de mi mamá [María Dolores]. Nos cayeron con policías, un comandante que se llamaba Apolonio, y nos persiguieron y golpearon. A nuestros padres, ancianos, los jalaban del cuello para llevárselos, a mi hermano Ramón lo golpearon […] rompieron las alambradas, quemaron las milpas o las destruyeron con maquinaria; la casa de nuestros papás la saquearon”, señala Jesús Cobián. “Querían que se firmara la aceptación de que no éramos pequeños propietarios”, añade.
Ramón revela su experiencia: “Me llevaron amarrado a una casa de abajo y ahí ya me llevaron a Telcruz, me recibió la preventiva […] En Chancol se bajaron todos y nomás quedó el que me iba vigilando, y me dijo: ‘Mira, ellos me pagan tanto para que yo te golpie [sic], pero no va a ser así’ […] En mi mochila me echaron una bolsa de mariguana, me dijo ese policía: ‘Mira, yo soy tu amigo, nomás fíjate lo que llevas aquí, te la pusieron para que allá con la investigación con esto te quieren chingar’, y pues sí, pero él me ayudó”.
No regresaron pronto.
Doña María se la pasó un año en casa de su hermana, en Minatitlán. Los hijos salieron a Colima, a Ciudad Guzmán e incluso migraron a Estados Unidos.
Ángel se reinstaló, sólo para comprobar la intolerancia extrema que se había apoderado del ánimo de sus vecinos, casi todos parientes.Por ejemplo, en el terremoto de 1995, que destruyó la finca de su madre, nunca recibieron apoyo gubernamental, pues fueron borrados de las listas oficiales.
Los hijos eran acosados en las escuelas. Los padrones del Procampo también los hicieron a un lado, y ahora solamente pueden trabajar parcelas rentadas, “como si no fuéramos los dueños de todo esto”, señala con tristeza.
Así consigna los hechos la recomendación 122/95: “…en la práctica se ven perturbados en sus actividades agropecuarias y en su propia integridad física y patrimonial por los ejidatarios de Ayotitlán, quienes alegan que el rancho referido forma parte de la dotación ejidal con la que fueron favorecidos, habiendo constancias en las que se manifiesta que el comisariado de Ayotitlán se compromete a estudiar el problema que se comenta y en su momento convenir con los pobladores del rancho sobre la solución a la controversia derivada de la indefinición jurídica que sufre…”.
Pero un escrito de 1997 al gobernador Alberto Cárdenas Jiménez revela que esa intención no pasó de la buena voluntad: “Las autoridades municipales, estatales y federales, a la fecha, desde 1991 que reportamos la invasión ilegal a nuestra propiedad privada, dichas autoridades no han hecho nada por solucionar nuestro problema, aclaramos que ha intervenido la Procuraduría Agraria con oficinas en Autlán de la Grana Jal, nos ponen citas cada quince días más o menos, pero como no se presentan los comisariados ejidales, nunca se ha llegado a un acuerdo que nos favorezca, suponemos que hay acuerdos económicos privados, que son sobornados como lla [sic] ha venido siendo costumbre”.
Hoy, los Cobián Vargas y sus parientes aliados han abierto un juicio agrario en el tribunal competente, enclavado en Colima, cansados de esperar a que las autoridades legales y las de facto les reconozcan algo de su antiguo derecho.
Desasosiego centenario
El rancho El Pedregal cumple 105 años de fundación. María Dolores Vargas Elías, nacida en 1910, entre los rumores de los máuseres y las matanzas cruentas de los años revolucionarios y cristeros, parece despedirse de la tierra prometida —entre montañas escarpadas y cielos memorables— recordando discordias y desasosiegos, hermanos muertos e hijos perseguidos, caínes y abeles, judas y centuriones, y bienaventuranzas aplastadas, como si fuera la guardiana de una paz imposible.

Ayotitlán y El Pedregal: una disputa sin soluciones


Las tierras yermas, desgastadas a tantos años de sobreexplotadas, no merman su valor identitario. Foto: Tonatiuh Figueroa
Agustín del Castillo - PÚBLICO
La recomendación 122/95, del 27 de septiembre de 1995, se envió a los gobernadores de Jalisco y Colima y al secretario de la Reforma Agraria, y “se refirió al caso de los pobladores del ejido Ayotitlán, municipio de Cuautitlán, Jalisco, quienes manifestaron que por la indefinición de límites territoriales entre los estados y la inejecución total de una resolución presidencial que les favoreció, enfrentan diversos conflictos agrarios y de seguridad pública”El 28 de agosto de 1963, se emitió una resolución presidencial en la que se dotaba de 50,332-50-00 hectáreas ejidales a la vieja comunidad indígena nahua de Ayotitlán, cuyo proceso de titulación fue revertido con la supuesta desaparición de los títulos virreinales.
Después se supo que dichos documentos habían sido robados por los caciques madereros que saquearon la sierra en esos años.
La resolución dotatoria se ejecutó parcialmente en mayo de 1977, cuando se entregaron sólo 34,700 hectáreas. En septiembre de 1977, la Secretaría de la Reforma Agraria notificó a los ejidatarios de Ayotitlán que dentro del ejido que les fue dotado quedaron inscritos los poblados de El Pedregal y Las Pesadas.
El 12 de marzo de 1992, “esta comisión nacional recibió el escrito del 24 de enero del mismo año, suscrito por los señores Ángel y Guadalupe Niz Elías, Jesús, Cresencio y Ramón Cobián Vargas, y Natividad Cobián Cobián, todos ellos pobladores del Rancho El Pedregal […] los quejosos manifestaron que desde 1903 han habitado el predio y que hasta la fecha no ha sido abandonado por ellos. Que al realizar cualquier actividad para el cultivo de sus tierras se ven entorpecidos por un grupo de personas que se dicen ser integrantes del Ejido Ayotitlán, que consideran al Rancho El Pedregal como afectado por la dotación ejidal de Ayotitlán, a grado tal que han querido echarlos de su propiedad. Esta situación prevalece desde hace varios años al carecer de una solución favorable para ambas partes, por parte de las autoridades competentes. Que no han sido escuchados por las agencias del Ministerio Público a las que han acudido a denunciar los delitos de lesiones con arma blanca y amenazas de muerte, en contra de los vecinos de Ayotitlán; asimismo, señalaron que han sufrido daños diversos en sus propiedades…”.
Los parvifundistas de El Pedregal “consideran que la información que originó el trámite de afectación a su propiedad fue completamente errónea, ya que en los documentos que obran en la delegación de Reforma Agraria consta que los terrenos afectados fueron tomados de terrenos de propietarios desconocidos, que, por lo tanto, jamás fueron comunicados de tal afectación […] no ejercieron su derecho en tiempo, además de que en tales documentos no se menciona lo que ellos estiman de su propiedad; es decir, que se pretende dotar al ejido con la totalidad de su propiedad…”.
En el oficio 3781 del 2 de julio de 1992, suscrito Alejandro Díaz Guzmán, entonces delegado Agrario en Jalisco y dirigido al jefe de la oficina del Registro Público de la Propiedad de Autlán de Navarro, “manifestó que en atención a la solicitud del comisariado ejidal de Ayotitlán, Cuautitlán, Jalisco, se inscribiera la Resolución Presidencial del 28 de agosto de 1963, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 14 de enero de 1964 […] haciendo de su conocimiento que dentro de esta superficie está ubicado el predio El Pedregal, que se encuentra inscrito en la oficina a la que se remite el oficio, a nombre de varias personas, en calidad de propiedad privada”
El 3 de julio de 1992, se buscó un acuerdo en las oficinas de la Delegación Agraria, ante los integrantes del Comité Estatal de Concertación Agraria y siendo testigo de honor el presidente de la república, Carlos Salinas de Gortari, frente a las autoridades ejidales y los campesinos afectados.
En la reunión, “… los presuntos pequeños propietarios manifestaron que el predio El Pedregal, que reclaman como de su propiedad, está incluido totalmente dentro del plano de ejecución del mandamiento presidencial del 28 de agosto de 1963, por lo que sometían a la consideración de los representantes del ejido Ayotitlán la posibilidad de ser incluidos dentro del mismo, entregándoseles en forma parcial la superficie que reclaman…”.
Pero a pesar de que hubiera sido una solución ideal, no sucedió nada más en ese sentido Para la CNDH, resultaba indispensable hacer estudios y levantar planos para delimitar propiedades antes de llegar a un acuerdo. Tampoco se realizaron. Ante la indolencia de las autoridades, los propios vecinos interpusieron sus recursos legales: se espera que el juicio agrario 80/06, ante los tribunales competentes, todas esas lagunas queden colmadas, y se avance en la solución jurídica del conflicto.