domingo, 10 de agosto de 2008

Nos han ido despojando de nuestras tierras, costumbres, lengua y tradiciones: indígenas

Mauricio Ferrer - LA JORNADA JALISCO “Eramos los dueños de todo el territorio mexicano. Teníamos en nuestras manos los recursos naturales: bosque, mares, ríos, yacimientos. Nos fueron despojando de nuestras tierras, de nuestras costumbres, de nuestra lengua, de nuestras tradiciones, a tal grado, que prácticamente somos extranjeros en nuestra propia tierra, en nuestro propio país”; así resumió Juan Martín Nicolás, indígena de Michoacán que trabaja en las comunidades indígenas de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), la situación que viven las diferentes etnias en todo el país. Las palabras de Martín Nicolás se escucharon ayer en el foro Diferentes pero iguales, un encuentro con nuestras raíces, realizado por el Instituto de la Mujer del municipio de Zapopan, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y la Universidad de Guadalajara, en el marco del Día Internacional de las Poblaciones Indígenas. “Hoy, más de 35 mil indígenas migrantes en la Zona Metropolitana de Guadalajara, vinimos a buscar mejores condiciones de vida, porque tenemos derecho a una vivienda digna, educación, cultura y recreación. Estos derechos son pisoteados día a día por diferentes autoridades y niveles de gobierno”, dijo. Tan sólo en Zapopan –municipio donde se lleva a cabo este encuentro, desde ayer y hasta el 17 de agosto– existen unos 17 mil indígenas migrantes, así lo informó Dolores Pérez Lazcarro, integrante del Consejo Estatal Indígena. “No es un día para celebrar, sino para conmemorar, voltear los ojos, revisar políticas públicas. Si bien es cierto que Zapopan es el único que los tiene contemplados en el Plan Municipal de Desarrollo, no es sólo eso, también es qué les vamos a ofrecer”, dijo. “Simplemente la certeza jurídica: para sacar los actas de nacimiento de sus hijos les piden a ellos sus actas. Podemos hacer el trámite ante el Registro Civil del gobierno del estado; sin embargo, eso tiene un costo y a la hora de… quién va a pagar el costo”, lamentó. En el encuentro se dio a conocer que el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas promovió ya un decreto en el que cada una de las lenguas y sus variantes sean reconocidas como lenguas nacionales. Según la información, son 368 variantes de las lenguas indígenas en todo el país.

“Pintan” pasos de peatones a los carros

Ada Lorena Guevara - PÚBLICO

Ayer por la mañana, unos diez integrantes del colectivo Una Ciudad Alterna hicieron que los automovilistas que invadían el paso peatonal en el semáforo de Patria y Américas dieran reversa y se pusieran atrás de la línea.

Movilidad Urbana es uno de los colectivos tapatíos que se dedica a rescatar espacios invadidos por carros. Comenzó hace un año con una página de Internet, unaciudadalterna.com: “Es la primera convocatoria que decidimos hacer, porque en Guadalajara los autos nos están comiendo.

A lo que le tiramos es que cada persona lo pueda hacer con amigos o sola, en su propio tiempo, sin tener que juntarnos; en la página web están las calcas que se pueden imprimir y pegar”, comentó Luis Natera, integrante del colectivo.

En señal de que los carros invadían el espacio del peatón, el colectivo se dedicó ayer a poner una manta negra con líneas amarillas, que simulaba los pasos peatonales, sobre los cofres de carros, cuando el semáforo estaba en rojo. En los parabrisas pusieron un papel que simulaba una multa: “¡Por favor, respeta al peatón!”. Y a la vez, les dieron calcomanías con mensajes a los automovilistas que no respetaban la línea: “¡Yo me estaciono donde no se puede y me vale! ¡Yo no uso muletas y me vale!”.

Los automovilistas parecían no darse cuenta de que invadían el paso peatonal hasta que les ponían la manta y les daban la propaganda. Algunos fingieron que no pasaba nada; otros, con una sonrisa, dieron reversa y dejaron el paso libre. “¡Estoy pisando la línea! Perdón, me quedé a la mitad!”, admitió un conductor. Pero también hubo quien no bajó el vidrio y siguió hablando por celular.

“El problema es que las autoridades no tienen bien marcados los pasos peatonales en algunos cruces: cuando la línea resalta, es más fácil que la gente reaccione”, comentó Juan Pablo Romero, integrante del colectivo.

Una Ciudad Alterna seguirá organizando manifestaciones en la ciudad, en busca de recuperar espacios para el peatón.

Un viaje submarino sin salir de la ciudad

Mayte Osuna - PÚBLICO Acalorados esperaban en la fila. Un sol infame acompañó por más de una hora a decenas de padres que llevaron a sus hijos a conocer el nuevo acuario del Zoológico Guadalajara. Unas flechas rojas se encargaron de guiar a los visitantes al recinto. El azul chillante en una pared y una multitud que no se movía anunciaba la entrada para ver a más de 95 especies marinas. Así se dibujó el escenario el día de ayer a consecuencia de la nueva atracción que abrió sus puertas. El que se anime a pasear a los niños y buscar un momento relajante y que traiga buen ánimo y paciencia. El furor de la nueva atracción se calmará terminadas las vacaciones, no se desespere. Llegar al lugar fue sencillo; el asfalto que quema la planta de los pies durante la espera es la parte más difícil y extensa del recorrido. Los indecisos prefieren regresar otro día: “Mejor venimos otro día cuando no haya tanta gente”, explica Alberto. Para Concepción, ésa no era una opción y se formó en la fila: “Nosotros andamos de vacaciones, ni modo de no venir. Yo les dije que viniéramos tempranito, para que no nos agarrara el calor, pero pues ni modo, ahora a aguantar”. A su alrededor el pasto se convirtió en la antesala para ver a tiburones y peces extraños. Conforme pasaban los minutos el jardín se transformó en un picnic gigante; los niños se acostaban en el césped en busca de sombra. Algunos padres, para no protestar, se fumaban un cigarro; otros, como Josué, se turnaban para hacer fila con su familia. Madres con carriolas y mucha paciencia era lo que necesitaban los visitantes, tanto como sus enormes botellas de agua. Concepción se previno, llevó paraguas, sombrero y una bolsa de papitas. Después de metros de una caminata lenta, un pequeño techo de palma regala una reconfortante sombra. Abanicos y periódicos resultan insuficientes para hacer correr el aire. Envidiables los flamingos, mojan sus patas y aletean desganados mientras dan la bienvenida a la entrada al acuario. La estructura en forma de piedras dirige a la multitud a lo que parece finalmente la puerta de ingreso. Cansados entran los visitantes a un ritmo pausado. La gente se topa con una tela verde, en la que unas chicas invitan a niños y adultos a posar para la foto del recuerdo. El calor se calma, y el sonido de una fuente ambienta el lugar. Para sorpresa y molestia de muchos, la fila continuó. La gente debía esperar cinco minutos más para que se desalojara el pasillo de entrada y poder caminar hacia adentro “¿nos vamos a echar otra media hora?, renegaba un señor. Fuentes iluminadas invitan a los visitantes a pasar, ahí a mano derecha está la primera pecera. Enseguida un cilindro presume los colores del pez disco y los maravillados asistentes toman fotos a cada una de las especies que se pasean sin titubear. Son cuatro peceras las que preparan a los espectadores antes de caminar en el interior del túnel de ocho metros de largo. Como si se tratara de un viaje en submarino, las burbujas suben por los lados, y los peces rodean el sitio. Algas y corales se dejan ver a través de los gruesos vidrios del túnel. La fila continúa y hay momentos en que la admiración de los asistentes entorpece el recorrido. El agua a los extremos y arriba desaparece. En su lugar se abre el pasillo a un salón amplio y fresco. El espacio es grande pero no aprovechable porque los asistentes deben seguir la fila. En el fondo se encuentra el estanque que contiene a los tiburones. Estos huéspedes comparten casa con las mantarrayas. Como si pudieran ver a través del vidrio, se acercan; no intimidan, pues su tamaño todavía no asusta. Hacen pausas para ser observados. El cristal por el que miran es limpiado cada tercer día por tres personas con trajes de buzo y esponjas especiales. El camino continúa con dos peceras más donde se pasean el pez payaso y el escorpión. Luego unas tímidas langostas se dejan ver junto a unas rocas y unas pequeñas mantarrayas se deslizan suavemente sobre la arena y un estanque más anuncia el final del paseo. Ninguno de los que hicieron fila se perdió la exhibición. A pesar de que el sitio cierra a las 18:00 horas, sus puertas siguieron abiertas. Y esperan más visitas. En números $85 mil pesos se requieren para pagar el mantenimiento del nuevo acuario. $90 mil para el pago de la luz. $10 mil pesos se destinan a la alimentación de los peces. 9 personas participan en la limpieza de los estanques. 2 horas se requieren para limpiar el túnel. 15 minutos tarda limpiar el estanque de tiburones. 14 estanques en exhibición. Contentos, pese a las largas filas • Gael Uribe: “¡Las mantarrayas, papá! Eso fue lo que más me gustó. Bueno, y también los tiburones, me gustaron mucho porque son feroces”. • Carmen Roxana Álvarez Gálvez, 8 años: “Me trajo mi mamá a conocer el acuario. Me gustaron mucho los tiburones, porque son grandes; también las mantarrayas, porque están muy bonitas... todo me gustó”. • Martha Esquivel, 52 Años: “Venimos desde Michoacán, vengo con mis hijos y mi hermana. Todo está bonito, no vi lo que esperaba pero está bien. Está algo pequeño, pero digamos que es un buen esfuerzo. No me gustó que se tuviera que hacer fila adentro del acuario, había mucho espacio que no se aprovechó”. • Eleazar Uribe: 31 años: “Mi familia y yo venimos desde Querétaro a conocerlo. La verdad es que el acuario sí está bonito, muy limpio. Lo único que no me gustó fue que nosotros hicimos como 30 minutos de fila [para poder entrar a la exhibición], y la verdad es que sí es muy cansado estar formado todo este tiempo en el sol”.

Ecosistemas exigen valoración económica

Agustín del Castillo - PÚBLICO Reconocer la devastación ambiental padecida por la barranca del río Santiago es el primer paso para realizar una serie de acciones de restauración, pero a condición de “antes reconocer que hay fuerzas que están generando este deterioro, que hay presiones directas” de los sectores productivos que deben ser reencauzadas, advierte el investigador de la Universidad de Guadalajara, Arturo Curiel Ballesteros. “Hay un tipo de valoración económica que está pendiente de realizarse dentro de la barranca y en otras zonas naturales valiosas […] hasta ahora, hemos identificado a la barranca como una utilidad en términos de sumidero de desechos, y eso tiene un costo, tiene un costo el hacerlo y tiene un costo no restaurar”; a partir de allí debe generarse un proceso de cambio. El río Santiago recibe casi diez mil litros por segundo de aguas negras de la zona metropolitana de Guadalajara desde hace más de 30 años, lo que destruyó la vida acuática y acabó con comunidades campesinas y de pescadores en cien kilómetros aguas abajo. El río Verde, menos contaminado, tiene fuerte polución de localidades e industrias alteñas. “En términos económicos, tenemos que concluir que vamos a tener menos ingresos a futuro, una mayor degradación de la sociedad, menos oportunidades de desarrollo y mayores costos en lo que vayamos a emprender ahí, si mantenemos esas condiciones; realmente estamos generando en la barranca problemas de comunidades desplazadas, tanto de seres humanos como de vida silvestre; problemas de usuarios con agua contaminada, y esto es muy importante recapitularlo en una valoración: valorar el recurso, pero también el daño que hay que restaurar”, señala el responsable de educación ambiental de la Unión Mundial de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) en su exposición acerca de la relevancia de la protección de estos ecosistemas, propuestos en la categoría de área de protección de recursos naturales federal, de casi 57 mil hectáreas de diez municipios de Jalisco (Público, 25 de julio). El académico pone en relieve que la propuesta de reserva puede ser una gran oportunidad: “Si analizamos la parte de la vegetación, prácticamente la barranca es la parte más alta de un corredor; todo lo que tiene este corredor verde que viene desde la costa y los cañones de Bolaños, que son elementos que están interconectados, y la riqueza biótica es por esa causa; por esto mismo, cuando se hizo la propuesta de ordenamiento territorial, la barranca se consideró como un área prioritaria para su protección, en el mismo rango del bosque La Primavera […] Se están perdiendo grandes comunidades bióticas, como el chaparral, donde había una gran cantidad de encinos, que prácticamente ya no están porque hubo un cambio de uso de suelo…”. A su juicio, “es muy importante con la barranca restituir la esperanza de las áreas naturales protegidas, más en un momento que están modificados los parámetros del área natural protegida municipal, como en el caso de Guadalajara, y más todavía porque el bosque La Primavera está sufriendo un atentado con respecto al despojo de más de 500 hectáreas (ver Público, 7 de julio), después de que estaban protegidas; es muy importante, para quienes piensan que esto es valioso, recuperar esta confianza en que podemos conservar este patrimonio”.