miércoles, 26 de marzo de 2008

Manantlán y la Costa Sur, región poblada de teocintles primitivos


La región Manantlán-Costa Sur es una zona amenazada por la modernización de la agricultura. Ahí se desarrolla una cuarta especie del teocintle. Foto: Marco A. Vargas

Agustín del Castillo - PÚBLICO

El estado cuenta con la presencia más variada de parientes del ancestral grano.

La declaratoria pendiente desde hace dos años para establecer a la sierra de Manantlán y su región de influencia como “zona libre de transgénicos” no es gratuita: esta zona de Jalisco alberga dos especies exclusivas a escala mundial de teocintles perennes y una especie de teocintle anual distribuida por buena parte del Pacífico mexicano; todas son parientes silvestres del maíz.

Para los moradores de estas regiones rurales, se trata simplemente de “milpillas”, y han coexistido con ellas de forma natural y no siempre armónica, sobre todo a raíz de la ampliación de la ganadería extensiva y de la incorporación de los monocultivos comerciales.

Lo cierto es que se trata de verdaderos tesoros silvestres, pues por citar un aspecto, la investigación arroja que albergan genes que pueden ser resistentes a ciertas plagas y eso mejora las perspectivas del maíz moderno con su eventual hibridación.

Y en el mundo, uno de los negocios ilegales más incomprendidos, y no por ello menos multimillonario, es el de la biopiratería. Por eso se especuló que Monsanto, la transnacional estadunidense de granos, habría “robado” ese reservorio de genes de Manantlán con apoyo de investigadores de la Universidad de Guadalajara, acusación cuya veracidad es precaria (Público, 23 de marzo de 2008).

Ello no hace menos necesario y urgente, según planteamiento de la comunidad científica y de los propios dueños de estas montañas, que se margine la demarcación de la siembra de organismos genéticamente modificados, pues hay temor sobre la posibilidad de que los maíces transgénicos de la agricultura comercial pudieran cruzarse con los teocintles, modificar sus características genéticas e incluso extinguirlos, lo cual es la otra cara de la moneda de la biopiratería. Para enfrentar a ésta, resulta también necesario asegurar las poblaciones nativas y hacer un manejo para su conservación efectiva, dada su limitada cobertura territorial, señalan los académicos del Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Imecbio) que propusieron la declaratoria en el marco de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados.

El problema de la desaparición de estos parientes silvestres, cuya denominación general —teocintle— significa en griego “grano de dios”, se acentúa con las dos especies perennes, por estar restringidas mundialmente a esta zona de Jalisco.

El estatus que se les otorga en la norma oficial mexicana NOM-059-ECOL-2003 es “en peligro de extinción” para el Zea perennis, que habita tres reducidos sitios en el municipio de San Gabriel (Piedra Ancha, La Mesa y Los Depósitos), al norte del Nevado de Colima, y de “amenazada” para el Zea diploperennis, que vive en San Miguel y Las Joyas, de Manantlán (y que fue motor de la declaratoria de reserva de la biosfera, en 1987). En cuanto a la raza del Balsas (Zea mays parviglumis), se ha ubicado en la propia reserva protegida, en Villa Purificación y en La Huerta, además de Jilotlán de los Dolores, cerca del límite con Michoacán; esta variedad no tiene algún estatus de protección en la NOM, y se le considera con poblaciones “estables”, según el análisis de Jesús Sánchez y José Ariel Ruiz Corral (Distribución del teocintle en México, Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias).

Los teocintles están representados por especies anuales y especies perennes y se extienden por las regiones tropicales de Mesoamérica (“ocurriendo como poblaciones aisladas de tamaños variables que ocupan desde menos de uno hasta varios cientos de kilómetros cuadrados”, añaden los investigadores.

En Jalisco, además de las tres especies que coexisten en la región Manantlán-Costa Sur, hay una cuarta raza, denominada “mesa central” que todavía prospera en la zona de Los Altos, amenazada por la extinción debido a la modernización de la agricultura. De las seis especies o razas reconocidas de teocintle en México, cuatro ocupan Jalisco, lo que hace a la entidad la más variada en presencia de estas milpillas o hierbas, despreciadas por muchos campesinos “modernizados”, pero fuente de riqueza biogenética insospechada.


- Claves
Los misterios del origen del maíz

• El maíz fue domesticado hace unos ocho mil años en Mesoamérica. Los ecosistemas en que se desarrollaron los primeros tipos de maíz fueron de tipo estacional, es decir, con inviernos secos alternados con temporales breves; estas características ambientales son compartidas por los teocintles y el género Tripsacum

• Al contrario del trigo (Triticum aestivum) y del arroz (Oryza sativa), el maíz ha dejado un rastro oscurecido por su complejidad, ya que no existen formas intermedias vivientes entre el maíz silvestre y las 50 variedades de maíz que han evolucionado bajo la selección agrícola en México, los cuales en muchos casos aún son cultivados allí (Goodman y Wilkes, 1995)

• Las tres teorías principales que se sostienen ampliamente sobre el origen del maíz son que proviene de una forma silvestre de maíz, de un teocintle silvestre o de un ancestro desconocido

• Sin embargo, buena parte de las evidencias señalan que el teocintle es el progenitor del maíz moderno, pero al contrario de éste, el teocintle se adapta a las condiciones adversas del ambiente, como la desecación. Según Galinat (1995), de un número grande de tipos silvestres de teocintle se seleccionaron dos tipos de plantas, con cuatro hileras de granos en cada mazorca, y al cultivar estos dos tipos juntos y aisladamente, el híbrido derivado de ellos llegó a ser el primer maíz

• Fuente:
Wikipedia,
Ministerio de Agricultura de Perú