Viridiana Saavedra - LA JORNADA JALISCO
Tomatlan, 26 de octubre.- Las que fueron calificadas como las mejores costas del Pacífico por el gobernador Emilio González Márquez hace un año, ahora lucen de nuevo deterioradas, y entre sus habitantes se siente la impotencia al saber que en poco tiempo los santuarios tortugueros y la imagen de una playa limpia de turistas y de construcciones lujosas quedará en el olvido, pues los terrenos han sido entregados al mejor postor, que según los oriundos de la zona pagó hasta 40 mil dólares por predios de 20 por 30 metros cuadrados, y aunque todavía no llega la maquinaria, se sabe que los médanos, mangles y sobre todo los nidos de tortugas marinas, serán cuestión olvidada, como lo fue la promesa del Ejecutivo estatal de gestionar recursos para su conservación.
La Gloria es el nombre de una de las tantas playas que se han visto afectadas, aunque pareciera que sólo es un calificativo por la belleza natural que rodea a un poblado no mayor de 200 habitantes, donde hay un corral de casi 4 mil nidos de tortuga golfina –la más común en la zona– resguardados por especialistas de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y por integrantes de la cooperativa pesquera Cruz de Loreto, quienes son ignorados por los visitantes a las cabañas de alquiler, establecidas entre el campamento tortuguero y una laguna en la que se realizan actividades recreativas como paseos en lancha, pues ni conocimiento tienen del daño que ocasionan a los animales en crianza y donde además, según los encargados del criadero, es necesaria la presencia de autoridades federales, pues sólo con las sugerencias y los letreros clavados en la arena los paseantes “no entienden” y circulan cómodamente en vehículos todo terreno a pocos centímetros o incluso encima de los nidos de tortuga, que en promedio resguardan 97 huevos, lo que genera que la misma cantidad de quelonios muera antes de haberse internado en el mar.
“La facilidad que tiene la gente de conseguir camionetas o motos de doble tracción ha hecho que las playas estén inundadas de vehículos, y pues es un área natural protegida, es una zona federal y nosotros les recomendamos que no pasen, porque están naciendo tortugas, y algunos nos hacen caso y se retiran, pero otros simplemente nos ignoran. Es un área en la que no pueden pasar, pero no hay quien lo regule. Hemos puesto letreros, pero no tenemos autoridad para detenerlos”, dijo Antonio Trejo Robles, coordinador del Programa de Tortuga Marina por parte del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur) y encargado del campamento La Gloria, donde se dice que se ha visto la presencia de funcionarios de la casa de estudios y del gobierno estatal a bordo de una caravana de Jeep, que por simple placer recorren las playas sin mostrar interés en lo que suceda con la flora y fauna del lugar.
Los recursos económicos son otra de las limitantes para los académicos universitarios, quienes prácticamente han entregado su vida a las orillas del mar realizando rondines nocturnos en busca de especies golfinas, prietas, carey y laúd, con la intención de que éstas no sean depredadas por su principal enemigo: el hombre, conocido en el argot costero como “huevero”, de los que dicen, diariamente encuentran entre 15 y 20 que saquean en promedio 20 nidos, lo que equivale a aproximadamente 2 mil huevos que son vendidos en la zona a un peso por unidad, y en Guadalajara o ciudades alejadas a la costa hasta en 10 pesos, ya que la ignorancia de los consumidores los hace pensar que sirven para fines curativos.
“Tienen depredadores naturales, pero el que la está poniendo en vías de extinción es el humano, aunque ha habido más conciencia y ya hay menos gente que está consumiendo, pero los sigue habiendo. Hay quienes tienen la idea de que son afrodisiacos, de que les va a dar energía; otros solamente por tradición, o solamente por gusto, por payasada, por fantochada”, aseguró Trejo Robles, refiriéndose a quienes se acercan a los centros botaneros –muy comunes en la costa– y piden de entre la larga lista de menú, platillos en los que se utiliza huevo de tortuga para su preparación.
En cuanto a los depredadores naturales, dijo el académico universitario, principalmente son acuáticos, aunque también algunas aves, como tijeretas y gaviotas, como sucedió en abril de 2007, cuando ante la presencia del rector depuesto de la UdeG, Carlos Briseño Torres, y del gobernador del estado, éstas fueron presa de los animales que a plena luz del día –en un acto mediático si se considera que el 95 por ciento de las tortugas salen del nido por la noche– las atoraban entre sus picos para elevarlas y devorarlas durante su vuelo.
La falta de apoyo de las autoridades, expresó el académico, se refleja en la precariedad de las labores, donde lo único que abunda son las ganas de trabajar y de contribuir en la conservación de una especie que durante los últimos años ha sido atacada y está en peligro de extinguirse, ya que se ha vuelto interesante para las mafias que se dedican a su búsqueda, luego de que se penara a quienes utilizaban la piel de cocodrilo para elaborar productos, y el sacrificio de tortugas se volviera interesante porque sus restos son utilizados en la fabricación de aretes, peinetas y una larga lista de bienes cotizados por quienes no tienen conocimiento del daño que generan al ecosistema, y que tampoco saben que desde el año 2000 también son castigados penalmente quienes sacrifican, comercializan y consumen productos provenientes de las tortugas marinas.
“Estamos viendo la búsqueda de recursos para terminar la temporada completa. No tenemos recursos para gasolina, para alimentación, para operación del campamento. Este año estuvimos algo limitados y solamente contamos con el apoyo del Departamento de Zonas Costeras de Melaque y con un proyecto que da una suma de aproximadamente 60 mil pesos al año, y es muy poco”, agregó Trejo Robles, quien mostrando la única cuatrimoto con que cuentan en el campamento, misma que cualquier persona con los mínimos conocimientos de mecánica percibe que está en su última etapa de vida, dijo que no cumplen con las labores que deberían hacer y que sólo se lograrán si tienen el equipo necesario, ya que sin él las actividades están a un 60 por ciento y lo único que hace falta son bienes materiales, pues la intención sobra.
“Tenemos una moto y ya está al 40 por ciento, y si no nos hacemos de una moto cuanto antes, es probable que el 70 por ciento de las colectas se pierdan”, mencionó el académico, quien explicó que las labores pie a tierra son más complicadas, pues los hueveros andan a caballo, y sin un vehículo difícilmente pueden darles alcance e identificarlos, y así, las cifras que indican que únicamente 4 de mil tortugas liberadas llegan a adultas, se reducen al considerar que éstas son atacadas cruelmente para despojarlas de su piel y caparazón de manera impune, ya que a lo largo del litoral denominado Playón de Mismaloya, donde hay por lo menos 20 campamentos tortugueros, existen también áreas en las que cualquier paseante puede encontrar partes de quelonios sacrificados, sin que las autoridades regulen los actos indiscriminados en contra de dichos animales marinos.