domingo, 20 de enero de 2008

De paso, por el paso peatonal

Las estructuras elevadas en la avenida López Mateos siguen envueltos de protestas

Las leyendas de protesta se acumularon en los puentes peatonales. Foto: Charlie Uribe


Patricia Martínez - PÚBLICO

Un discurso vistió los nuevos puentes peatonales de López Mateos: ocurrencia, más necedad, no es igual a planeación. Viaducto, más puente peatonal, no es igual a movilidad. Los necesitamos en Periférico. ¿Hasta cuándo escucharán a la ciudadanía? Son las frases que pendían de los puentes que el gobierno estatal instaló para solucionar el cruce de los peatones por la avenida.

Los autores son el grupo Ciudad para Todos. Ayer, una docena de integrantes estuvieron de 11:00 am a 15:00 horas sobre los puentes, manifestando sus ideas de rechazo. A lo largo de las rampas y sobre el espacio público invadido colocaron cartelones con frases que provocaban reflexión: “El peatón perdió derecho de paso”, “Con el viaducto tienes que caminar 230 metros y subir seis metros de rampas”. “¿Sabías que este puente se construyó ilegalmente?”. Eran una docena de jóvenes, repartidos en cuatro puentes, dispuestos a dialogar: “El problema no es el puente, sino cómo llegamos hasta aquí”, sentencia uno de los voluntarios. “Aceptar el puente es aceptar que estamos en segundo plano”, el otro.

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El error de esta mujer fue bajar un escalón de 40 centímetros. El oficial de tránsito que la observó la creyó capaz de subir las rampas del puente de Las Fuentes, para cruzar López Mateos. “Señora, cómo ve, nos quitaron el paso peatonal, ¿no se va a cruzar por el puente?”, le sugirió Etienne Von Bertrab, vocero de Ciudad para Todos. “No puedo, tengo un problema en la columna”, le explicaba y le hacía la seña de que, además, llevaba el peso de seis bolsas con mandado. Mientras Etienne pedía ayuda al oficial, ella intentaba cruzar entre autos que iban a más de 80 kilómetros por hora. “Oficial, ¿no la va a ayudar?”. “¡Sí puede, ahí está el puente con rampas!”. Ella comenzó a cruzar y Etienne se apresuró a detener el tránsito de los dos carriles laterales; luego dos agentes se acomidieron a ayudarle con los del centro. “A mí no me consta que esté enferma: yo la vi bajar un escalón de casi 50 centímetros”, juzgó el oficial.

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Brenda, Margarita, Juan y Yeriel vieron que llegó un hombre con machete en mano y su acompañante un largo palo con forma de tenaza. Era dos inspectores del Ayuntamiento de Zapopan que iban a quitar las mantas que pendían del puente peatonal. Uno de ellos llamó por la radio: “Necesitamos otra herramienta”. Era imposible que con el machete cortaran el cable. Dos horas después volvieron con unas grandes tijeras, pero encontraron a los cuatro ciudadanos voluntarios retirando las mantas. Era hora de marcharse.

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