jueves, 14 de febrero de 2008

Murió Miguel, el niño que cayó al Santiago

Un paro respiratorio por intoxicación aguda le causó la muerte: médicos.


Vecinos de El Salto y Juanacatlán, así como ONG se manifestaron en las instalaciones de la SSJ e hicieron patente a su titular su molestia. Foto: Marco A. Vargas

Jaime Ramírez – Vanesa Robles - PÚBLICO

Con sus ocho años de edad, y convertido en el centro de una controversial discusión acerca de cuán peligrosa es la contaminación del río Santiago, Miguel Ángel López Rocha se debatió durante 18 días entre la vida y la muerte, encamado en el Hospital General de Occidente (HGO), en estado de coma. Ayer, su sufrimiento terminó: murió a las 17:40 horas, como consecuencia de una severa intoxicación por la ingesta de arsénico, ocurrida presuntamente al caer al río que pasa junto a su casa en El Salto.

Enrique Rábago Solorio, director del centro hospitalario de la Secretaría de Salud estatal, acompañado por la jefa de la sección de Pediatría, María Teresa González, informó ayer en una rueda de prensa que la causa del deceso del niño fue un paro cardiorrespiratorio secundario a una falla orgánica, ocasionada por la intoxicación aguda que lo mantuvo en coma.

Explicó que, dadas las características del caso médico legal, al niño le sería practicada la autopsia de ley, cuyos resultados los daría a conocer, eventualmente, el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF).

Quien pasó los últimos minutos con Miguel Ángel fue su madre, María del Carmen Rocha Mendoza, quien relató ayer que, aproximadamente a las cinco de la tarde, una doctora le informó que su hijo se había puesto mal. “Después me dijo que le había dado un paro, llegué a la cama y vi cómo el tubo se puso rojo y le sangró su boquita... Lo único que quiero es irme con él, quiero que ya me lo den, es lo único que quiero”.

Rábago Solorio recordó que Miguel Ángel ingresó al hospital de Zoquipan, trasladado por la Cruz Verde de El Salto, el 26 de enero pasado, luego de que presentara un cuadro súbito de diarrea y vómitos abundantes, con fiebre, alucinaciones y convulsiones. Cayó en coma poco después, se le mantuvo en tratamiento, y en los últimos días se vieron alterados todos sus órganos.

La agonía de Miguel Ángel fue el extremo de un problema social que hace meses mantiene movilizados a los vecinos de El Salto. Ayer, los que están organizados para discutir la contaminación del río Santiago levantaron la voz para exigir un diálogo directo con el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez. Integrantes de organizaciones civiles y ciudadanos comunes de El Salto y Juanacatlán le dieron al jefe del Ejecutivo dos semanas para que defina las acciones de limpieza en el río Santiago y el saneamiento de los asentamientos humanos que rodean al torrente.

Este miércoles, durante una conferencia y manifestación afuera de la Secretaría de Salud Jalisco, los afectados exigieron además la suspensión del pago de las mensualidades a las instituciones de créditos hipotecarios públicos y privados por las casas del fraccionamiento La Azucena, hasta que se garantice un ambiente sano.

Ernesto Baltasar, el presidente de colonos de ese fraccionamiento, que edifica la constructora HIR donde había tres pequeñas lagunas, calculó que en La Azucena se levantan doce mil viviendas y 90 por ciento de ellas ha sido habitado.

Las lagunas nunca dejan de ser lagunas. Eso lo saben casi todos, menos los habitantes de La Azucena, a quienes nadie les dijo que compraron un pedazo de laguna vecina a uno de los ríos más contaminados del país. En la temporada de lluvias, la calle Azucenas Poniente se vuelve un “venero” que se mezcla con el agua del río y las madres dejan que sus hijos naden en el arroyo, narró ayer María Teresa Vega.

¿Y qué? Hasta ayer y después de tanta presión, las autoridades de Jalisco no reconocían que en el Santiago pululan los metales pesados y, en un intento por admitirlo, el secretario de Salud, Alfonso Gutiérrez, responsabilizó sobre todo a las empresas caseras, cuando estudios del gobierno de Jalisco han identificado que corporaciones transnacionales y nacionales poderosas echan el agua al río sin tratarla.

El funcionario recibió a los afectados y les dijo que haría pruebas de orina entre 30 habitantes de El Salto y Juanacatlán, para determinar si el arsénico ya les llegó al organismo.

No se trata sólo del arsénico. El Seguro Social ha detectado, a través de estudios antiguos, que los niños que viven en la cuenca de El Ahogado y cerca del río padecen de manera anormal resfriados y asma: “Que presenten las pruebas”, fue la respuesta del servidor público.

¿Y los enjambres de moscos? ¿Y el olor asfixiante del ácido sulfhídrico? ¿Y la calidad de vida de 120 mil personas? Entonces habría que entubar el río, reiteró Alfonso Gutiérrez. Y reiteró que no se sabe si está tan contaminado: es médico.

La respuesta vino de Gerardo Moreno, uno de los vecinos del Santiago: “Es evidente que el río está contaminado. Hemos hecho estudios desde hace años. Se me hace ilógico que al río lo matemos para matar la enfermedad”.

Una caravana de protesta

Los habitantes del fraccionamiento La Azucena, el lugar donde vivió y se intoxicó Miguel Ángel López Rocha, realizarán la Caravana de la Vida, desde esa colonia hasta el Congreso del Estado, en el centro de Guadalajara, para exigir soluciones reales a la contaminación del río Santiago.

A las 9:00 am, el contingente viajará a bordo de vehículos y camiones e intentará entrevistarse con el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, a quien le marcará un plazo para el saneamiento del torrente. Los integrantes de distintos grupos civiles piden también indemnización para las familias de las personas que han muerto y están enfermas por el envenenamiento de uno de los ríos más importantes del país.

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