Alejandra Atilano - MURAL
Todos coinciden en que Miguel Ángel López Rocha era un niño inquieto, listo y muy vivo. De grande quería ser médico y todas las tardes se salía a jugar.
Ayer, después de permanecer en coma por 19 días, murió a los ocho años de edad en el Hospital General de Occidente, tras envenenarse con arsénico.
El 25 de enero, Miguel Ángel acudió a la escuela como cualquier otro día, su maestro de tercero de primaria, Miguel Villalobos, lo recuerda como uno de los niños más inquietos de su salón, con calificaciones de siete y ocho.
Y aunque no tenía un promedio alto, lo consideraba un alumno muy listo.
Su maestro y sus compañeros no volvieron, porque un día después su madre lo encontró vomitando y con diarrea en el baño de su casa.
Tenía los labios morados, estaba débil y tirado en el baño; su madre lo bañó y después habló a la Cruz Verde de El Salto. La ambulancia no llegó y decidió hablarle a su esposo para que la ayudara.
Algunos vecinos de la calle Ciprés escucharon un movimiento inusual en la casa de la familia López Rocha. Lorena González, quien vive a tres casas, vio como su padrastro sacó cargando a Miguel Ángel envuelto en una cobija y observó que vomitaba un líquido amarillo.
Desesperados ante la tardanza de la Cruz Verde, los padres del menor salieron a pedirle ayuda a un vecino.
Toño, quien vive a la vuelta de su casa y que es uno de los pocos vecinos con carro, subió al niño y a sus padres a su camioneta blanca. La madre y el niño se fueron en la parte de atrás, sentados en una silla de plástico. Miguel Ángel siguió vomitando todo el trayecto.
Sus amigos comentan que al niño le gustaba irse a jugar al Río Santiago. Era común que en las tardes él y otros niños de la colonia se fueran a explorar a la zona, a aventar piedras al agua o a ver a las vacas. Ninguno sabe qué hizo o a dónde fue la tarde anterior a que se enfermara.
La Secretaría de Salud asegura que el niño sufrió una intoxicación por arsénico, un metal pesado que tiene uso industrial y farmacéutico.
Nadie sabe con exactitud cómo ingirió este metal pesado, pero se han tejido diversos rumores en torno al tema.
Toño asegura que lo vio pasar un día antes de que se enfermara, alrededor de las 18:00 horas. Otro vecino dijo que ese mismo viernes se lo encontró en la noche vomitando afuera de su casa.
Hay versiones de que Miguel Ángel cayó al agua por accidente, que lo tiraron al río o que lo obligaron a tomar agua del cauce.
La madre del niño lo único que sabe es que antes de caer en coma les dijo a los paramédicos de la Cruz Verde que había comido una planta, posteriormente lo llevaron al Hospital General de Occidente y cayó en coma.
Los vecinos han seguido las noticias de Miguel Ángel día tras días, incluso guardan los recortes de los periódicos.
Su tragedia sirvió, aunque resulte cierto o falso que su intoxicación fue por el agua del Río Santiago, para que las autoridades pusieran más atención al añejo problema de la contaminación de este caudal.
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