Los valores de terrenos a cada lado del lindero son un contraste que revela el alto costo pagado por los particulares; falta compromiso de la sociedad tapatía para mantener el bosque.
Agustín del Castillo - PÚBLICO
A 28 años del decreto de protección del bosque La Primavera sobre 30,500 de sus 35 mil hectáreas, el valor del suelo, y el monto de dinero a que se puede vender, hace diferencia, según se tenga la suerte de poseer terrenos adentro o afuera de los linderos de la reserva.
Hoy, el precio de un metro cuadrado urbanizado en el exclusivo fraccionamiento Bugambilias anda entre 1,600 y 2,700 pesos, sin contar construcción. Los desarrolladores de ese núcleo residencial que tuvieron la fortuna (en términos económicos) de impedir que su mancha de bosque quedara dentro de la zona protegida, tienen actualmente a la venta un manchón forestal de 50 hectáreas que podrían generar ingresos hasta por 800 millones de pesos, si uno toma el precio más modesto por metro cuadrado.
En contraste, si la intención es buscar ofertas al interior del polígono protegido, los valores se desploman. El predio Agua Brava, de 700 hectáreas, en la operación de compraventa más visible de los últimos años, fue adquirido por el gobierno de Jalisco en 19 millones de pesos, esto es, a dos pesos con 70 centavos cada metro cuadrado.
Nada más diáfano: si usted posee una hectárea de bosque fuera del espacio excluido a la especulación, podrá obtener unos 16 millones de pesos o más, según lo fluctuante del mercado, por su comercialización. Si la posesión es al interior de la reserva, el importe de la venta, en caso de que se logre vender, se reducirá a 27 mil pesos: menos de la quinta parte de un punto porcentual de lo que costó el predio de fuera.
Claro, se habla de un terreno urbanizado contra uno en breña, pero es por ahora la única comparación real: se supone que al interior del área de protección de flora y fauna, decretada el 6 de marzo de 1980 por el presidente José López Portillo, no se pueden edificar fraccionamientos.
Esta pequeña operación permite a los profanos enterarse por qué a 28 años sigue siendo difícil preservar la zona boscosa más dilatada y biológicamente diversa de la región metropolitana de Guadalajara. Los propietarios afectados por un decreto que no fue expropiación, pero sí canceló usos de suelo y de recursos naturales (es decir, libertades individuales, pero que a fin de cuentas deben ser reguladas según convenga al interés público, como lo expresa el artículo 27 de la Constitución mexicana), siguen padeciendo el golpe de los negocios frustrados.
Se han tratado de implementar compensaciones: por ejemplo, los servicios ambientales. Hay propietarios dentro de la reserva que reciben hasta un millón de pesos en recursos que la Comisión Nacional Forestal (Conafor) entrega a condición de que se conserve el arbolado en pie. Pero la escasa e incompleta socialización de la gran importancia de la floresta entre la población de Guadalajara limita estos instrumentos. La mejor prueba son los dos fracasos del gobierno estatal en menos de cuatro años para establecer una pequeña contribución a los ciudadanos, como usuarios de agua potable, en busca de destinar más recursos económicos a las actividades de conservación.
Ante estas condiciones, que la umbría permanezca más o menos íntegra no es un logro menor. Pues se ha conseguido pese a que no se cuenta con el mejor diseño institucional para gobernar el área protegida; la impunidad, la anarquía y la ineficiencia burocrática, no son plagas menores, coinciden los analistas del proceso.
• Venado cola blanca, parte de la fauna carismática de La Primavera. Foto: Felipe Salgado
Recuentos
Los habitantes de La Primavera no son los moradores “clásicos” de un área natural protegida. No viven de los recursos del sitio, por su cercanía a una gran ciudad. En realidad, los intereses primordiales que se oponen a la protección no son intereses de supervivencia, sino intereses en buena medida especulativos.
—El problema parece ser en buena medida que no me dejas hacerme rico con un fraccionamiento si pusiste aquí un área protegida. ¿No cree que es más difícil hacer una compensación cuando el interés afectado es tan grande en términos económicos?
Contesta el director ejecutivo de la reserva, Salvador Mayorga Castañeda: “Puede ser; sin embargo, para evitar ganadores y perdedores entre el interés público y el privado, se busca entonces la mesa de la negociación, la mediación; mediar es bajar mis expectativas, mis demandas, a la realidad también del otro; es muy interesante la discusión de un problema porque te plantea eso, te exige que identifiques ese punto real, con las variables que están en juego […] porque el camino está lleno de ilusiones y de espejismos y de piedras sueltas; la ganancia que dices tú, o la pérdida enorme de un grupo que te puede decir ‘no, no, yo peleo’, puede ser un espejismo…
—Pero si yo veo el desarrollo de lugares como Bugambilias o El Palomar, es como ver el paraíso que perdí…
—Pues tienen 40 años en desarrollo, han entrado en situaciones de quiebra incluso, esto ha sido público y notorio…
—Insisto: si yo perdí una ganancia, por decir algo, diez millones, ¿a qué estaré dispuesto a bajarme? ¿A cinco, a dos millones? Y si a eso agregamos la creciente prevalencia de los intereses privados sobre los públicos en todo el mundo, ¿no cree que estamos ante un desafío formidable?
—[…] A mi juicio, el interés público se construye sobre la base de intereses privados, donde nadie quede excluido, en donde precisamente el individuo es considerado por la colectividad […] Yo creo que falta mucho por hacer para continuar analizando el aspecto de la afectación a particulares por causa del proyecto, que puede ser muy grande y no nada más a particulares: puede ser hasta a colectividades, municipios, no sé…
—A fin de cuentas, los principales beneficiados con la protección de La Primavera somos quienes no somos dueños, esa colectividad gigantesca de cuatro millones de personas que es la metrópoli…
—Así es, pero por qué ese beneficio a cuatro millones sin una retribución a 300 o 400 propietarios; yo siento que éste es uno de los retos más hermosos del bosque: la posibilidad de revisar juntos la manera en que ese interés colectivo y esos intereses particulares se concilian, se encuentran […] Te puedo mostrar la carta que Jorge Dipp escribió, dirigida al gobernador, exponiéndole que él estaba dispuesto a deshacerse de sus tierras, a aceptar una expropiación […] Ésta ha sido una tensión normal en la historia del proyecto.
José Luis Gámez Valdivia, director de Sustentabilidad de la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder), opina que “en el área existen todos los usos inadecuados imaginables […] debido en gran parte a que constituye el bosque más cercano a una enorme ciudad y la población además lo ha considerado solamente como un sitio de recreo al aire libre”.
Advierte que no hay reconocimiento suficiente al sacrificio de los propietarios, y que la premisa de la conservación es que las áreas naturales deben ser productivas, siempre y cuando no se vea su productividad en términos de árboles talados, sino con todo un abanico de proyectos y de pago de servicios ambientales que pueden generar riqueza y compensaciones a los dueños afectados con el decreto.
“Es necesario dar espacio de concertación con los propietarios beligerantes y establecer mecanismos y reglas muy claras para su participación”. Esto los llevará a convertirse en aliados del proceso, asegura.
¿El modelo de conservación en La Primavera está en crisis por el enfrentamiento de lo público y lo privado? Para Arturo Curiel Ballesteros, investigador de la Universidad de Guadalajara, “los decretos de áreas naturales siempre enarbolan el interés público y gracias a eso tenemos reservas protegidas".
Sin embargo, "si analizamos un poco que la categoría de protección de La Primavera es área de flora y fauna y, al visitarla, vemos la gran cantidad de aparcelamientos, de mallas y alambres que existen, pues vemos claro el reflejo de eso, porque se les ha vendido la idea de que tienen el derecho a seccionar […] También proliferan letreros de terrenos en venta y, en general, no veo que nada de los distintos valores que tiene La Primavera se aprovechen de forma digna”.
A juicio del académico, fundador del Laboratorio del Bosque La Primavera de la UdeG, la clave de este fracaso parcial es que no se ha sabido posicionar ante la sociedad tapatía el extraordinario valor de esta floresta, por lo cual falta base social, participación y compromiso de sus habitantes. “No hay una visión compartida, y esto debilita el proyecto y lo expone al juego de los otros intereses”, subraya.
• Caballos pastan debajo de un encinar del bosque. Foto: Marco A. Vargas
- Claves
Una historia de sobresaltos
• En 1980, año del decreto de protección, existían cuatro fraccionamientos en el interior del bosque y una decena en la periferia. Comenzaba la ejecución del proyecto Ciudad Primavera, que pretendía albergar medio millón de personas; eran normales los cambios de uso de suelo para la siembra de caña de azúcar, la presencia de ganado, la cacería, los bancos de material geológico, la vista pública desordenada; las carreteras a Nogales y a Tala comenzaron a cortar corredores de fauna
• En ese año, el decreto fue posible por el fuerte movimiento social de defensa al bosque; se adquirió un predio de 5,500 hectáreas para constituir propiedad pública en la reserva y, aunque había escasos recursos (con la sola presencia institucional de la UdeG), se detuvieron todas las tentativas de urbanización
• En 1997, cuando entra en operación la dirección ejecutiva del bosque (luego de la transferencia de la administración de la reserva al estado), se tenía ya un deterioro severo de la zona de Planillas por el agresivo experimento geotérmico de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), en 1989; había una invasión “hormiga” de fincas en el bosque y el desbordamiento de asentamientos irregulares en el oriente
• Para entonces ya se había logrado detener las actividades de extracción de bancos de materiales y el establecimiento de estrategias permanentes para el combate de incendios, así como la consolidación de algunos sitios de visita pública, aunque el desorden prevalece
• En 2005, en el aniversario 25 de la reserva, se vivió el incendio más vasto de cuantos se tengan registrados en la reserva: el fuego pasó por más de once mil hectáreas. Nunca se dio con los responsables, aunque se acreditó que fue un siniestro provocado por el hombre
• Otros daños de más largo aliento: urbanización en la periferia, que acentúa el gradual aislamiento del área protegida; los ayuntamientos de Zapopan y Tlajomulco autorizan decenas de fraccionamientos periféricos; el valle de Tesistán ve mermado su papel de enlace de especies con la barranca; el corredor entre el volcán de Tequila y La Primavera se rompe parcialmente
• 2008. Aunque el proyecto de geotermia no fue aprobado por el gobierno federal, los ejidatarios de Santa Ana Tepetitlán logran cercenar más de 640 hectáreas de la reserva protegida por medio de un amparo que todavía tiene pendiente una segunda instancia. Las actividades ilegales de caminos y fincas al interior del bosque son comunes
• Algunos logros actuales: el proyecto de zona de visitación pública en Agua Brava, que engrosó la superficie pública dentro del bosque; revisión del programa de manejo y una reingeniería institucional de resultados aún escasos; presupuesto público comprometido por 18 millones de pesos para 2008
• Entre los mayores riesgos actuales, está la construcción del macrolibramiento de Guadalajara, que pasará a menos de un kilómetro de la área natural protegida y, si no se cumplen condicionantes, podría condenar al bosque a un aislamiento mayor y a la degradación genética de sus especies
• También es previsible que la zona de “amortiguamiento”, jurídicamente inexistente, será copada por negocios inmobiliarios que aumenten la presión sobre el bosque y terminen de aislar la floresta; y que, en caso de que siga la violación abierta de la legalidad con la construcción de fincas al interior de la reserva sin mayor sanción de la autoridad, se puede generar un “efecto dominó” de consecuencias imprevisibles
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