Ayer embarcaron a México 3 ejemplares recuperados en la ZMG; uno, muy enfermo.
El macho de mono aullador “regalado” y recuperado, en riesgo de morir. Foto: Marco A. Vargas
Agustín del Castillo - PÚBLICO
En Guadalajara, en los últimos años se puso de moda poseer ejemplares de un primate escaso en el mundo: el mono aullador negro o saraguato (Alouatta pigra). A este tráfico ilegal, que merma poblaciones naturales, se agrega el pésimo manejo que los compradores dan al primate. Por eso, no es extraña la historia cruel que vivieron hasta el pasado domingo dos monos en una casa residencial de La Cofradía, en Tlajomulco.
Ayer, el macho de menos de año y medio recordaba las estampas desoladoras de niños desnutridos de África (ver foto), señaló el director del Centro Integral para Conservación e Investigación de Vida Silvestre (CICIV), Andrés González Rodríguez.
“Se enfermó el monito de una neumonía; yo veo allí un caso pesado de negligencia y maltrato animal, porque no fue bien atendido, y además se ve muy mal, lleno de ulceraciones, con la dentadura totalmente cariada… yo me acordé de los niños de Biafra: un animalito flaco y desnutrido, con todo respeto por la comparación”.
Como se trata de una entrega voluntaria, no hay nada que hacer por la vía legal en contra de los responsables. En su compañía estaba una hembra de seis a siete meses, en mejor estado. Los dos fueron enviados al centro de fauna de la ciudad de México, por vía aérea, junto con un tercer ejemplar, proveniente del Zoológico Guadalajara.
Los aulladores están entre los primates más robustos de América. Su nombre describe con precisión el largo aullido que emiten entre las ramas de los árboles de la selva tropical. En especial, el Alouatta pigra está en peligro de extinción, en el apéndice uno de la Convención Internacional de Tráfico de Especies Silvestres (CITES) y en la norma oficial mexicana NOM-059-SEMARNAT-2003.
¿Cómo se hicieron de estos monitos sus negligentes propietarios? “Nos dijeron que fueron regalos que les dieron, por parte de un chofer de una compañía de transporte que da servicio al sureste de México”. Tenían con el macho ocho meses y con la hembra tres meses. Son, pues, de origen totalmente ilegal: extraídos de las colindancias de algún ecosistema selvático de Campeche, Tabasco o Chiapas.
“Insisto, es un caso de neumonía mal atendida, pero también es evidente la dieta mal hecha, porque, en su estado natural, estos animalitos comen entre 60 a 70 por ciento puras hojas, y aquí […] los dientes cariados revelan que les daban dulces, algo muy dañino; y además presenta un cuadro de deshidratación tremendo. Les dimos tratamiento de urgencia ayer [el domingo], pero el machito sigue muy mal, y vino nuestro jefe, el doctor Fernando Cortés, y aprovechamos para que se los llevara al DF”, resumió González Rodríguez.
El pequeño mono está falto de movilidad; “le sacamos una placa, los huesos afortunadamente están bien, pero está todo pelado, yo no sé si porque lo expusieron de más al sol. Tampoco tiene parásitos. No es claro qué le pasó, si son quemaduras de sol o es la desnutrición. Lo que sí, es abandono: estaban encerrados en una jaula circular de metro y medio de diámetro y 2.50 metros de alto, debajo de un guayabo…”.
El problema es que estos monos, a diferencia del monoaraña (Ateles geoffroyi), “tienen dieta más especializada”, lo cual hace fácil que se cometan errores en su crianza artificial. En la Semarnat mucho preocupa que la tenencia de aulladores se esté convirtiendo en moda en Guadalajara, pues se han recibido diversas solicitudes para legalizar posesiones. Se quiere revertir esa tendencia irresponsable. Porque el saraguato está en peligro de extinción y su fragilidad lo hace inevitable candidato a una indiferencia que casi siempre deviene en crueldad.
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