domingo, 6 de abril de 2008

Semarnat prohibió extraer Zea de Manantlán

El 6 de diciembre de 2002, la Dirección General de Vida Silvestre de la Semarnat autorizó la colecta de diversos ejemplares de maíces primitivos en catorce estados del país.


El maíz es el segundo grano básico del mundo, y fue domésticado en México, lo que da valor especial a sus primos silvestres, codiciados por las empresas de transgénicos Foto: Giorgio Viera.


Agustín del Castillo - PÚBLICO

El 6 de diciembre de 2002, la Dirección General de Vida Silvestre de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) autorizó a un grupo de investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG), del Colegio de Postgraduados y del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (Inifap), coordinados por José de Jesús Sánchez González, la colecta de diversos ejemplares de maíces primitivos en catorce estados del país, incluido Jalisco.

El permiso (oficio SGPA/DGVS/10468) fue para el desarrollo del proyecto denominado Recolección y conservación de las especies silvestres del género Zea (teocintle) en México, e incluía recolectar 20 semillas “de cada una de las especies Zea diploperennis y Zea perennis [exclusivas de Jalisco] de 200 a 300 ejemplares; y de Zea spp [subespecies], hasta dos kilogramos en total” por variedad.

Este documento advierte que “la totalidad del materia colectado deberá destinarse exclusivamente a los fines específicos del proyecto […] el material colectado será depositado en los bancos de germoplasma del Inifap y de la UdeG, donde el titular de la investigación asume la responsabilidad de remitir a esta dirección general, constancia original de los depósitos debidamente firmadas…”.

Por si fuera poco, “la autorización no ampara el aprovechamiento de los especímenes colectados para fines comerciales ni de utilización en biotecnología”, tampoco “podrá solicitar patente o cualquier registro de propiedad intelectual sobre ninguna molécula o sustancia en general…”.


Las Joyas, segundo asiento del teocintle perenne, tesoro de la sierra.




No menos importante: “Queda estrictamente prohibido efectuar cualquier aprovechamiento de las especies de flora y fauna silvestre, cualesquiera que sea su estatus, excepto las actividades aquí autorizadas, así como realizarlas en áreas naturales protegidas de México, sean estatales o federales”.

Es decir, en la sierra de Manantlán, único lugar del mundo donde prospera el Zea diploperennis, se cancelaba la posibilidad de colectarlo.

Paralelamente, Jesús Sánchez González dirigía desde el Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) el estudio Autoecología del teocintle. Plagas, fruto de un convenio entre la UdeG y la poderosa transnacional de alimentos genéticamente modificados Monsanto (Público, 23 de marzo de 2008).

La coincidencia del nombre en los dos proyectos desató desde 2005 una tormenta de sospechas sobre el papel de la UdeG en relación a los recursos genéticos de Manantlán; desde entonces, se han hecho acusaciones directas contra miembros del Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Imecbio). La verdad documental indica hasta ahora que faltan explicaciones sobre la relación entre Monsanto y la UdeG, pero entre la empresa estadunidense y los científicos vinculados al proyecto Manantlán, pese a la persistencia de los señalamientos de algunos líderes sociales, no hay nada.

Las versiones

El entonces director de la reserva, Martín Gómez García, recibió el 3 de septiembre de 2003 notificación de que se haría la colecta autorizada por la Semarnat en diciembre 2002 (oficio DPA/351/2003, de Armando Martínez López, jefe del Departamento de Producción Agrícola del Centro Universitario de la Costa Sur). Llama la atención que sea el único documento existente en el caso; no hay constancia de la respuesta del funcionario, ni tampoco, de algún debate sobre la prohibición expresa de hacer la colecta en el área protegida, como lo señalaba claramente el documento de autorización.

Gómez García, en una carta enviada a este reportero el 30 de marzo pasado, aseguró: “Ellos declararon antes que este proyecto de investigación fue autorizado verbalmente por Martín Gómez y ahora publicas que fue informado por escrito, lo que no es cierto…”.


San Miguel, en la sierra de Manantlán, uno de los centros de reproducción natural de Zea diploperennis.




El viernes 4 de abril, cambió su versión en otros escrito por vía electrónica: “El permiso […] evidentemente no autoriza ninguna colecta en la sierra de Manantlán, ya que para ello se requiere un permiso especial […] es evidente que no tenían tampoco, permiso de colecta de especies listadas en la NOM-059 [especies silvestres protegidas], como es el caso del Zea diploperennis. Dicho permiso fue presentado para acreditar la línea de investigación que estaba desarrollando José de Jesús Sánchez González”. El ex funcionario asegura que nunca dio permiso para tal colecta, y ciertamente, no ha aparecido constancia documental de ello.

Los investigadores, encabezados por Sánchez González, expusieron a Gómez, según la versión de éste, “la intención de presentar un proyecto de investigación específico para teocintles en Manantlán que desarrollaría el Imecbio a través de Francisco Santana Michel, como parte de este mismo proyecto que ya manejaba Sánchez González. Lo que no dijo, ni aparece en ningún permiso […] es que tenían un contrato con Monsanto”, añade sin mostrar a su vez la prueba pertinente.

Es decir, Gómez García da por hecho que se violaron las condicionantes impuestas por la Semarnat, y reitera su acusación de que el Imecbio y sus investigadores realizaron “biopiratería” a favor de Monsanto, pero no ofrece más que su dicho para respaldar ese aserto.

“El que en los contratos no aparezca la entrega de información científica y de colectas de Zea diploperennis, no es ninguna prueba fehaciente de que la UdeG no entregó dicha información a Monsanto”, insiste.

Muy distinta es la versión de Ramón Cuevas, titular del Imecbio durante el mismo periodo: “En el convenio de la Universidad de Guadalajara con Monsanto, de fecha 15 de junio de 2001, en la cláusula 1, el proyecto incluía el estudio de plagas en un teocintle que es Zea mays subespecie parviglumis, el cual se distribuye en todo México y parte de Centroamérica, pero el estudio no incluía poblaciones de la sierra de Manantlán. Cabe señalar y dejar claro que esta especie es diferente al teocintle endémico de Manantlán denominado por los científicos Zea diploperennis”.

La verdad, agrega, es que se han hecho en diversos momentos colectas, pero “el uso de la información que han hecho estos investigadores ha sido para apoyar la elaboración de los programas de manejo forestal y manifestaciones de impacto ambiental de diferentes comunidades de la reserva”, así como ampliar la investigación científica, pero nunca para fomentar la biopiratería.



De hecho, la misma Dirección General de Vida Silvestre emitió el 12 de diciembre de 2006 una nueva autorización para un proyecto de colecta similar, coordinado también por Jesús Sánchez González (oficio SGPA/DGVS/08331) en doce estados, pero sólo para variedades de Zea mays subespecies mexicana y parviglumis, bajo las mismas condiciones. Sin embargo, la prohibición de las colectas en áreas naturales protegidas puede levantarse, si se obtiene la autorización expresa de las direcciones de dichas reservas.

Una réplica llena de dudas

Martín Gómez García, ex director de la reserva de la biosfera sierra de Manantlán (2002-2004), y Óscar González Garí, presidente de la Red Jalisciense de Derechos Humanos, enviaron una extensa carta alegando “derecho de réplica” al reportaje Manantlán y Monsanto: mitos, mentiras y rumores, que apareció en este diario el 23 de marzo pasado, donde cuestionan los planteamientos del mismo

Destacan que en el trabajo aparecido en Público “se juzga —sin mayores preámbulos ni escrúpulos— la labor de los organismos de derechos humanos que trabajan en la Sierra de Manantlán y se ataca —de nuevo— al ex director de la reserva en el periodo 2002-2004, para ocultar los intereses y privilegios de un férreo cacicazgo, implantado por la fuerza de la violencia y la arbitrariedad desde 1974 hasta hoy, que lucra con el patrimonio natural de todos los jaliscienses y, sobre todo, de los humildes habitantes y propietarios de aquellas tierras distantes, que son botín de empresas mineras así como de conocidos académicos, al amparo de un panismo conservador y racista, que entrega la patria a intereses antinacionales…”. También se dicen dolidos de que se señalen intereses caciquiles detrás de la crítica a la universidad que ellos encabezan

Evidencias: el reportaje nunca juzga la labor de los organismos de derechos humanos. Por el contrario, siempre se ha destacado en Público su labor en la protección de Manantlán en contra de caciques madereros y mineros. Por otro lado, se limita a señalar un dato bastante reconocible: que entre los críticos de la Universidad se encuentran viejos opositores al proyecto protegido de Manantlán (ver Cuzalapa, el pleito contra una reserva, en Público, 17 de julio de 2004), y por eso es dominante la agenda de reabrir caminos y aprovechamientos para superar el atraso social, además de la constante de descalificar con pocos matices los resultados del proyecto Manantlán a 21 años del decreto, que son indudablemente un claroscuro

Reprochan al diario hacer “una defensa amplia pero insostenible del trabajo de la Universidad de Guadalajara en aquella sufrida región”, al destacar que la casa de estudios nunca dio acceso a la multinacional Monsanto a los recursos genéticos de la reserva, en especial, el Zea diploperennis

Evidencias: hasta ahora, no hay una sola prueba que demuestre otra cosa. Los documentos presentados por Gómez y González Garí, así como los aportados por la propia Universidad, acreditan la existencia de colectas autorizadas por Semarnat, pero condicionadas a no hacerse en reservas protegidas, como Manantlán, y a no aprovecharse los individuos colectados “para fines comerciales ni de utilización en biotecnología”. Y ciertamente, la UdeG debe una explicación puntual de qué hizo con esas colectas, pero sus permisos la obligaban a depositarlas en los bancos de germoplasma del Inifap y de la UdeG. También tenían que hacer de conocimiento de la Semarnat los resultados de las investigaciones

Acusan al Imecbio y a algunos científicos que han laborado en el proyecto Manantlán de prestarse a los intereses de Monsanto y a la biopiratería. “Las investigaciones hechas desde 2001 o 2002 no tienen autorización oficial, técnica y jurídicamente son acciones de biopiratería”. Añaden que se permitió formalmente extraer Zea diploperennis a favor de Monsanto

Evidencias: La Semarnat emitió una autorización el 6 de diciembre de 2002 (oficio/SGPA/DGVS/10468), pero es relativo a colectas científicas de teocintle y condiciona su realización a no realizarlas dentro de reservas protegidas (ver artículo principal). Además, hay otra autorización del año 2006 cuya copia documental aportó Gómez García, también de colectas. La autorización de 2002 permite colectar Zea diploperennis, pero es contradictoria, pues lo prohíbe en áreas protegidas, y sólo existe en la reserva de Manantlán. Hay que insistir que ninguna de las dos autorizaciones menciona a Monsanto ni permite el uso comercial o biotecnológico de las colectas. Además, ninguna prueba acredita la supuesta biopiratería de los investigadores del Imecbio

“A finales de 2003, luego de la denuncia de las investigaciones de Monsanto y la UdeG sobre teocintles, señalándose a Roberto Miranda como enlace con la empresa Monsanto, Martín Gómez lo convocó a la Dirección de la Reserva y le pidió copia de la autorización de la Semarnat bajo la que estaba haciendo investigaciones sobre el Zea diploperennis. Miranda aceptó que no tenía autorización de la Semarnat…”

Evidencia: Sí hay autorización de Semarnat (ver arriba), pero no tiene relación (al menos documental) con el estudio Autoecología del teocintle. Plagas, que pactaron la UdeG y Monsanto desde 2001 para razas de maíz de la especie Zea mays, según reseñó Público en el artículo que motivó esta controversia. El propio Gómez García fue notificado de ese permiso el 2 de septiembre de 2003, según oficio DPA/351/2003 del Departamento de Producción Agrícola (y nunca del Imecbio) del Centro Universitario de la Costa Sur.

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