lunes, 28 de abril de 2008
Un proyecto costoso en dinero y ambientalmente
Investigador señala incongruencias respecto a especies sembradas en Jalisco.
Agustín del Castillo - PÚBLICO
Miguel Magaña Virgen, investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la UdeG, concentra su análisis del “reforestazo” en Jalisco, y encuentra igual de endebles los planteamientos oficiales y las que llama “cuentas alegres”.
“Este informe de la Conafor es como todas las reforestaciones: una plantación cachirul, un reforestazo”, ironiza.
Los cuestionamientos: “Las densidades de siembra están señaladas de escritorio, pues las densidades que reportan para árboles son las mismas que contabilizan para los arbustos […] para aceptar la densidad que informan, de tres por tres metros —lo recomendable es cuatro por cuatro, pensando en coberturas libres, cuando el árbol esté maduro— que supuestamente se plantó, tendría que haber sido en superficie desprovista de vegetación arbustiva o árbórea”.
Además, “están contabilizando en Jalisco arbustos [Eynserhardtia polystachya y Viguiera quinqueradiata] y opuntias como si fueran árboles. De las suculentas [opuntias] no tenemos colapsos ni riesgos ambientales para Jalisco, incluso en las áreas de pastizales degradados llegan a convertirse en plantas invasoras junto con algunas acacias [huizaches]”.
Otro aspecto digno de resaltar es que “la mayor parte de especies que dicen que plantaron son coníferas que corresponden a vegetación de climas templados [bosques principalmente] y en Jalisco tenemos catorce tipos de vegetación; por si fuera poco, sólo mencionan cuatro especies de pino, y para un estado con las mejores condiciones de biodiversidad, como Jalisco, esto es ridículo”.
Así, “es claro que las plantaciones no responden a ninguna estrategia de restauración vegetativa bajo criterios de protección ambiental, pues no tomaron en cuenta los equilibrios poblacionales de especies vegetales que se vinculan con las poblaciones de fauna. Esto quiere decir que no se trata de aventar plantas al azar en cada unidad ambiental que cubre nuestro territorio; comprende una relación estrecha con la fauna y depende totalmente de la fitosociología regional y estas a su vez del medio abiótico. Inclusive esta avalancha de unas cuantas especies impacta y pone en riesgo la biodiversidad en algunos lugares, pues impulsa competencias vegetales en lugar de restauración de equilibrios”.
Magaña Virgen señala que “una plantación se contabiliza después del primer estiaje, o sea que es a principios de mayo cuando deberíamos de estar contando lo que quedó vivo del año anterior, de otra forma seguimos plantando números y ahora —con eso de los arbustos y opuntias— árboles cachirules”.
El ex director de normatividad ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable de Jalisco concluye con una reflexión sobre los dineros: “Si son mil millones de pesos lo que costó la reforestación a Pro Árbol, entonces cada arbolito nos costó tres pesos el plantarlo; si lo traducimos en Jalisco entonces eso nos costó 45 millones de pesos, cantidad suficiente para mantener un programa anual de rescate de vegetación con mejores resultados y de permanente respuesta”.
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