jueves, 19 de junio de 2008

Red de colectores de López Mateos “está en su límite”


Las tareas para derribar el colector en el túnel de López Mateos y Las Rosas avanzaron ayer. El trabajo de las máquinas fue más que notorio. Foto: Ivan García

Ignacio Pérez Vega - PÚBLICO


El colector de la avenida López Mateos es añejo y está rebasado por el agua de lluvia que cae cada temporal, advirtió ayer el profesor-investigador de la carrera de ingeniería civil de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Isidro Rubio Lozano.

Abordado ayer, el especialista señaló que el ducto se diseñó alrededor de 1970 para lluvias de 51 milímetros (51 litros por metro cuadrado), cuando es frecuente que ahora las tormentas sean de 70 milímetros (70 litros por metro cuadrado).

Sin embargo, el colector de López Mateos es apenas un ejemplo de lo que sucede en toda la ciudad. La prueba es que el propio Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA) ha identificado 71 puntos de inundaciones, donde la causa es precisamente que las tuberías están saturadas.

Rubio Lozano, miembro de la Academia de Hidráulica del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI), precisó que al colector de López Mateos, entre Lázaro Cárdenas y Plaza del Sol (2.4 kilómetros), construido en el sexenio 1971-1977, se le fueron sumando otros pequeños colectores, conforme fue creciendo la ciudad.

En la calle Axayácatl existe un colector que se conecta al de López Mateos y que drena principalmente del fraccionamiento Jardines del Sol.

“Este colector aporta un gasto de cinco metros cúbicos por segundo y en avenida Tepeyac, ya casi en Lázaro Cárdenas, recibe otra descarga de 3.5 metros cúbicos por segundo de agua”, refirió el experto.

Por ello, la infraestructura existente en la zona de la avenida López Mateos “está rebasada”. La vida útil de estos colectores (instalados en el decenio de los setenta) “ya está en sus límites”, reconoció.

Rubio Lozano manifestó que “es importante señalar que las condiciones de diseño de los colectores que se tomaron en cuenta en aquel entonces y bajo la normatividad y tecnologías existentes fueron para una intensidad de lluvia de 51 milímetros por hora y una pendiente de la cuenca del valle de Atemajac de diez metros por cada mil metros de desnivel; eso representa una pendiente de diez al millar (un coeficiente de 0.45)”.

Estos valores quedan “obsoletos”, enfatizó el entrevistado, pues los diseños para los nuevos colectores manejan intensidades de lluvia de 70 milímetros, comparados contra los 51 utilizados en aquel entonces, y para coeficientes de escurrimientos de 0.7 a 0.75, cuando hace 40 años se consideraba 0.45.

El indicador de escurrimientos se refiere a que, como la ciudad “se impermeabilizó” al pavimentarse sus calles, el agua corre por las arterias con mayor fuerza, pues ya no se infiltra al subsuelo y eso hace que el colector se sature aún más.

Dijo que de esta forma no sólo el colector de López Mateos trabaja bajo “presión” cuando llueve, sino que lo mismo ocurre en otras zonas de la ciudad. “Esto se pone de manifiesto cuando se botan las tapas de los registros de agua y afloran las aguas combinadas que se observan como fuentes en las calles y avenidas”, apuntó.

Según el docente de la UdeG, “es urgente” que los gobiernos municipales, el estatal e incluso el federal, se pongan de acuerdo y asignen recursos para resolver el problema, realizando obras que “alivien” la presión que tienen los colectores.

La tarea es cuesta arriba, pues hacer esos trabajos requiere de entre 3,500 y cinco mil millones de pesos, de acuerdo con la solución que se escoja, finalizó el especialista en ingeniería hidráulica.

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