jueves, 16 de julio de 2009

En la Ferrocarril, cazan al zancudo del dengue

Maricarmen Rello . PÚBLICO

Los habitantes de la colonia Ferrocarril, al sur de la ciudad, despertaron ayer en medio de ruidos de motor, flashazos y cámaras de televisión. No era temprano, pero muchos de los rostros que asomaban ante el llamado eran de desvelo: de niños en vacaciones y de mamás que aprovechan el asueto. Quienes tocaban a sus puertas eran brigadistas de la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ), que ayer recorrieron ésta, entre una decena de colonias, como parte de su operativo de verano contra el dengue.

La intención era mostrar las acciones que encabeza el área de Vectores y Zoonosis de la SSJ, por lo que citó a la prensa a las 10:30 am en la calle 8A y Héroes Ferrocarrileros. El ajetreo era evidente: vecinos agrupados en los quicios, mirando a un par de jóvenes en overol negro que rociaban insecticida dentro y fuera de sus viviendas. El fumigador llevaba una “motomochila” a cuestas, que producía un descomunal ruido mientras nebulizaba.

Lidia Uribe, con 34 años viviendo en la Ferrocarril, observaba por primera vez un cuadro como el de ayer. “Había oído del dengue, pero sólo en televisión”, dijo quien ahora aparecerá como protagonista.

Pese a lo aparatoso de la nebulización, ésta no es nada sin la identificación de criaderos de mosquito, en cualquier objeto que sirva como depósito de agua. Tres brigadas, de ocho muchachos cada una, se dispersaron solicitando permiso para revisar aljibes, tinacos, piletas, macetas y cacharros en patios y azoteas. Donde encontraban larvas, colocaban abate, un insecticida granulado que acaba con los zancudos en ciernes y el cual vierten en un molote de tul fino que ellos mismos arman.

Después, sólo en las casas con presencia de larvas, ingresaban los de la motomochila a rociar el insecticida. Uno “aprobado por la OMS”. Aseguraron que los moscos morirían de inmediato y que bastarían quince minutos para que la familia pudiera reingresar a su vivienda. Afuera, entre los chamacos y las señoras, esperaban también los perros y un perico, pues, aunque dijeron que el insecticida no era tóxico, se recomendó no inhalarlo.

El plazo fue por de más: pasó una hora y empezó la segunda y los vecinos seguían afuera: atestiguaron el ir y venir de funcionarios, brigadistas y reporteros, dieron entrevistas y una bien intencionada mujer fue al trabajo de su vecina para que le prestara las llaves y pudieran nebulizar su casa. Aunque en la Ferrocarril se ha confirmado sólo un caso de dengue este año —ninguno en años previos—, las vecinas aplaudieron la medida. “No queremos enfermos”, dijo Claudia. En Jalisco van 189 este año.

Hubo también el efecto contrario. Quienes no permitieron el paso a sus viviendas y ni siquiera abrieron la puerta suman 15 por ciento del total de hogares visitados en esta colonia. Un lote que fue fábrica se anotó como la mayor preocupación: al aire libre, lleno de cacharros y basura, que los vecinos han reportado infructuosamente al Ayuntamiento de Guadalajara. Donde una corcholata con agua se puede convertir en el origen de un brote de dengue.

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